[5] En 1848, el geólogo alemán Georg Adolf Erman situó este origen en los fósiles de rinocerontes y mamuts de la época glacial, hallados en Siberia, pero lo cierto es que ni la localización (la leyenda del grifo nació en Asia Central) ni la morfología (mamuts y rinocerontes carecen del rasgo característico de los grifos, el pico) añaden credibilidad a esta teoría, como demostró en 1962 el especialista en estudios clásicos J. D. P.
[6] Según la investigadora del foclore e historiadora científica Adrienne Mayor, el grifo no es una quimera fantástica al estilo del minotauro o pegaso, puesto que no juega ningún papel importante en la mitología clásica y los detalles transmitidos por los autores clásicos son relativamente sobrios y mundanos, lo cual sugiere que la tradición sobre este animal debió haberse basado en algún aspecto real de la vida de los nómadas asiáticos.
[10] Por otra parte, el paleontólogo británico Mark Paul Witton rechaza de plano la hipótesis sobre cuatro bases.
En segundo lugar, las historias de Aristeas y otros escritores griegos están repletas de criaturas mitológicas, bestias imaginadas y fenómenos sobrenaturales, por lo cual nada fuerza a pensar que animales como el grifo deban tener una base en la realidad.
[16] Esta asociación pervivió durante los primeros períodos babilónico y asirio, cuando la quimera también empezó a representarse en varios cilindros como un toro alado.
[25][26] Pero el motivo del grifo persa fue también adaptado por los Pazyryk para crear otra figura híbrida, con cuerpo de cérvido, cabeza rapaz y cuernos que terminaban en púas con cabezas de grifo, cuya iconografía fue utilizada en tatuajes personales que tenían una gran significación personal, social y espiritual.
[28] Otra figurilla, del periodo Naqada IIc, representa a un felino acostado con cabeza de pájaro.
[40] Simbolizan al faraón vencedor frente a sus enemigos, un significado que mantuvieron hasta finales del Reino Medio.
[50] En cambio, a los grifos representados en bastones mágicos (también llamados «varitas» o «cuchillos») se les reconoce un claro valor apotropaico como apartadores del mal.
[52] Debe destacarse que las patas del animal se representan en todos los casos como felinas, lo cual marcará un contraste importante con la posterior representación occidental del grifo, en la que las patas delanteras generalmente se muestran emplumadas y terminando en garras de pájaro.
[53] El nuevo tipo de grifo es preferentemente decorativo y se dibuja acostado, con cabeza de buitre adornada con un penacho, las alas bastante alargadas y extendidas junto a los flancos, con las plumas indicadas y separadas por una línea en zigzag, rizos que penden del cuello, colla enrollada sobre el muslo etc., mientras que en el cuerpo leonino varias incisiones a los lados evidencian la idea de movimiento.
[55] En la Sala del Trono del Palacio de Cnosos, la entrada al santuario interior (pared oeste) estaba flanqueada por grifos sin alas y con crestas curvas hacia abajo, pintados sobre un entorno nilótico de juncos de papiro, un suelo y bandas horizontales onduladas rojas y blancas, mientras que los grifos que flanquean el trono en la pared norte parecen tener sus alas desplegadas.
[61] Cabría sospechar entonces la influencia oriental y egipcia, donde el motivo del grifo sin alas es más común.
[64] Dichos protomos de grifo se han atestiguado también en santuarios como Olimpia, Delfos y Samos durante el siglo VII a. C., lo cual sugiere una conexión ritual-religiosa.
[7][68] El poema no se ha conservado, pero los autores clásicos lo conocieron y atribuyeron sus noticias del grifo a Aristeas.
[71][70][68] En otro pasaje, el historiador señalaba que Escilas, rey escita, tenía su mansión adornada con «esfinges y grifos».
[72] Tanto Esquilo como Heródoto designan al animal utilizando la palabra gryps (γρυψ), probablemente derivado de grupos, que significa «enganchado», lo cual evocaría el pico del grifo.
Por último, Filostrato añade que los grifos habitan en la India, donde se les venera como consagrados al Sol.
[93] Poco después, Solino insistía en caracterizar al grifo como un «ave ferocísima» y «cruel» que despedazaba a todos aquellos que incursionaran en las tierras de la Escitia asiática, abundante en oro y piedras preciosas como la esmeralda: «los arimaspos combaten con estos animales por tomar las piedras preciosas».
[109] Si las fuentes clásicas no reparaban en su capacidad de volar o incluso la negaban, avanzada la Edad Media se pasará a describirlo como un gran ave increíblemente fuerte que levanta y lleva en el aire a hombres y grandes bestias, como caballos o bueyes.
[114] Sin embargo, la asociación y el sincretismo de ambas leyendas es innegable, pues en algunos casos el grifo pasó a ubicarse en las regiones más orientales, como China, y ser señalado como uno de los peligros a los que se enfrentan los marinos en altamar.
[95] Este último, al hablar de los espíritus inmundos o demonios, afirma que «con razón son comparados con los grifos, como fieras terrestres y volátiles que recibieron su merecido siendo sepultados en el infierno, y volando con soberbia como aves se cayeron del cielo».
[120][111] En el Exordium magnum, un demonio alado acechante se describe como «una especie de grifo o avestruz».
[105] Sin embargo, durante la Edad Media los grifos sí aparecen en una célebre historia directamente ligada a la ambición y su castigo: la fallida subida al cielo de Alejandro Magno.
[134] En la Edad Moderna, el creciente interés en la investigación científica plantó serias dudas sobre la existencia del grifo.
[137] Seis años más tarde, Andrew Ross publicó una refutación del trabajo de Browne en Arcana Microcosmi.
Asimismo, encuentra que su existencia es plausible porque existen muchos otros animales reales con rasgos híbridos e incluso con un comportamiento protector del oro, como él afirma haber visto en las urracas.
[141] Además, el grifo heráldico lleva orejas visibles que sirven para distinguirlo del águila cuando solo está representada su cabeza.
[151] Juan I cedió esta cimera a sus hijos Enrique III y Fernando de Antequera (1390).
[153] Fernando fue rey de Aragón entre 1412 y 1416, lo cual contribuyó a extender la figura heráldica en dicha Corona.