[8] Marco Polo describió unicornios en sus viajes a Oriente, pero otros estudiosos no tardaron en deducir que el explorador veneciano había avistado rinocerontes:[9] El Elasmotherium sibiricum habitó las estepas de Rusia y Asia Central hasta finales del Pleistoceno, aproximadamente hace unos 10000 años.
[12] El oryx árabe, un antílope blanco con dos cuernos largos y delgados apuntando hacia atrás, al igual que el eland, animal bóvido que lleva los cuernos retorcidos en espiral, parecen un caballo unicornio visto de lado y desde la distancia.
[16] Los casos de «unicornios» creados artificialmente están documentados tanto en Occidente como en Oriente y África.
[18] Mucho más recientemente, en 1982, los cuernos de una cabra llamada Lancelot fueron modificados quirúrgicamente para formar uno solo.
[29][6] Siendo más fuerte y rápido que cualquier otra criatura conocida, su fiereza impedía capturarlo vivo.
Las fuentes posteriores que recogieron su testimonio lo llamaron monókeros (monocerote) o kartázonos, un caballo con cabeza de ciervo, pies inarticulados como los del elefante, cola de jabalí y crines rojizas, armado en su frente con un cuerno negro muy fuerte, afilado y helicoidal.
[30] Estrabón se refería a este animal en su obra Geografía:[31] Aristófanes de Bizancio (c. 257 a. C.-c. 180 a. C.) parecía distinguir entre los animales descritos por Ctesias y por Megástenes, pues dice que en la India hay «asnos» y «caballos», que son especies distintas.
El historiador y geógrafo Agatárquidas describió al rhinókeros que habita Etiopía como una bestia fuerte similar al elefante, aunque más bajo, piel durísima de color rojizo y un único cuerno sobre la nariz, el cual afila contra las rocas para defender sus pastos.
[34] Sin embargo, ningún tratadista posterior recogió el testimonio de César, acaso por no ser considerado general autoridad en la materia.
[35] Plinio el Viejo describió al rinoceronte como un animal con un solo cuerno en la nariz, enemigo natural del elefante.
Hasta Bucéfalo, el célebre caballo que lo acompañaba en sus conquistas, también sería dibujado como una bestia unicornio en varios manuscritos.
[49] Además, el polímata alemán hizo mención de una criatura marina con un solo cuerno en su frente, al que llamó monoceros piscis.
[54] Los bestiarios medievales, inspirados en El Fisiólogo, recogieron la descripción del unicornio que se hacía en dicha obra como la de un pequeño animal semejante a un cabrito.
[56] El arte medieval acostumbró a retratar al unicornio con pezuña artiodáctila, probablemente porque muchos animales de esta orden portan cuernos o huesos frontales en la frente (como la cabra o el ciervo),[57] y en varias ocasiones también con barba de chivo.
[73] Según éstas, donde vive el unicornio hay un gran lago o fuente a donde todos los animales acuden para beber.
[78] También en Palestina vieron Bernard von Breydenbach y el dominicano Félix Faber un «unicornio o rinoceronte de playa», según les indicó su guía, que ellos inicialmente confundieron con un camello.
[9] Jourdan de Séverac, un misionero que partió hacia Oriente en 1320, decía haber escuchado de «testigos fiables» que la India era habitada por verdaderos unicornios (unicornes veri) y otras bestias hoy fabulosas como grifos, cinocéfalos y dragones.
[105] Para Ambrosio, el origen del unicornio es un misterio equiparable a la concepción virginal de Jesús.
[8] Que aquí el unicornio utilice sus pezuñas para atacar se debe, probablemente, a un error de traducción del texto isidoriano.
Para el reconocido explorador francés André Thevet, los cuernos pequeños provenían del rinoceronte, mientras que las piezas grandes eran falsificaciones hechas con marfil.
[133] Esta era la opinión compartida por científicos como Nicolaes Tulp (1652),[134] César de Rocherfor (1668)[135] y Olfert Dapper (1676).
[161] También la revista The Athenæum, a finales de 1860, confirmó que Andrew Smith había recopilado una gran cantidad de información sobre «un animal unicornio aún desconocido para los europeos»,[160] y meses después, en 1862, publicó una carta donde el explorador William Balfour Baikie reclamaba que «la inexistencia del unicornio no está probada», aunque la criatura «no corresponda exactamente al tradicional unicornio inglés»: los nativos africanos habían visto el esqueleto de este animal «con un solo cuerno largo y recto» e incluso conservaban su cráneo.
Así, en 1793 el colono neerlandés Cornelius van Jong prometió tres mil florines de recompensa a quien le trajera el animal vivo,[164] y en 1838 un diario alemán ofrecía cien taleros por un unicornio vivo y cincuenta por uno muerto y bien preservado, «de modo que, si este animal del que hemos hablado durante mucho tiempo realmente existe, podamos próximamente tener un representante de la especie».
[171] Francisco López de Gómara sentenciaba categóricamente que «no hay unicornios en nuestra Indias, ni elefantes».
[172] A mediados del siglo XVI aparecen relatos de exploradores que mencionan extraños unicornios acuáticos.
[173] Doce años después, en 1575, André Thevet recogió este testimonio en su obra Cosmografía Universal, pero dándole nombre propio a la bestia: naharaph.
[205] Con la misma cautela, Jules Camus se limitó a señalar que «este animal es absolutamente desconocido para los zoólogos modernos».
[207] En contraparte, para David Livingstone el unicornio «no puede ser considerado un animal fabuloso, incluso si nuestra representación nacional puede resultar fantasiosa», y sugiere que se trata de una especie a medio camino del rinoceronte y un caballo ligero que habita en África tropical.
La serie animada estadounidense La princesa Starla muestra a los caballeros adolescentes de Avalon montando unicornios.
En el Shuowen Jiezi, obra de comienzos del siglo II, se describe al xiezhi como «una bestia fuerte con un solo cuerno» que podía distinguir al inocente del culpable y castigar a este último, atravesándolo con su cuerno.