En la mitología griega, la Quimera (Χίμαιρα / Chímaira:[1]«animal fabuloso», en latín Chimæra) es un monstruo híbrido del que en general se considera que es hija de Tifón y Equidna, aunque para el poeta Hesíodo la madre de la Quimera está designada por un pronombre que puede referirse tanto a Equidna como a la Hidra de Lerna.
[5] Otros dicen que la tormentosa Quimera había sido criada por un tal Amisodaro, para desgracia de numerosos hombres.
[11] Sin embargo, los mitógrafos Apolodoro (citando a Hesíodo como su fuente) e Higino la consideran descendiente de Equidna y Tifón.
[14] Aunque la Quimera se encontraba, según Homero, en la extranjera Licia,[15] su representación en las artes era totalmente griega.
; las variaciones en las representaciones pictóricas sugieren a Marilyn Low Schmitt múltiples orígenes[[17] La fascinación por lo monstruoso derivó a finales del siglo VII en un motivo decorativo de Quimera en Corinto,[18] mientras que el motivo de Belerofonte sobre Pegaso adquirió una existencia separada en solitario.
Navegaba con una nave que tenía como distintivo un león en la proa y una serpiente en la popa.
[22] Algunos especialistas occidentales del arte chino, a partir de Victor Segalen, utilizan la palabra "quimera" para referirse genéricamente a cuadrúpedos alados híbridos de leones como los bìxié (辟邪), tianlu e incluso qilin.
La Quimera aparece en pinturas murales etruscas del siglo IV a. C..
[cita requerida] En la civilización del Indo hay imágenes de la quimera en muchos sellos.
Hay diferentes tipos de quimera compuestos por animales del subcontinente indio.
[24] La Quimera y su mito ofrecen un terreno fértil para las interpretaciones, porque los animales que la componen llevan tradicionalmente múltiples símbolos (realeza para el león, etc.), y la Quimera reúne así los símbolos de tres animales (el significado que hay que darle no es tan evidente para nosotros como pudo serlo en su momento...).
Según Édouard Brasey, durante la Edad Media, La Quimera simbolizaba la tentación y los deseos inalcanzables.
Sociólogos y poetas habrían visto en la quimera una metáfora de los torrentes, , que no pueden detenerse construyendo diques, sino sólo secando las fuentes o desviando los cauces.