Algunas tienen aparición de óxidos de manganeso, hierro y otros minerales, que les brindan un color azul metálico, rojo, negro y verde sobre un cuerpo generalmente gris.
En Saboya, la madera elegida era de árboles resinosos, sobre todo picea debido a su flexibilidad.
Además, como es un material difícil de trabajar y raro, casi todas las lajerías francesas han cerrado (véase Sainte-Croix-à-Lauze).
La teja de arenisca micácea sigue siendo, sin embargo, tradicional sobre numerosos chalets saboyanos y suizos, aunque tiende a ser sustituida por chapas de cinc pintadas.
En Córcega se utiliza también abundantemente la teja de arenisca micácea.