La cal ya era conocida en el VI milenio a. C. como material de construcción para morteros y revestimientos.
En Çatal Hüyük se han encontrado paredes revocadas con morteros de cal y pintadas al fresco.
Posteriormente, gracias a investigaciones arqueológicas se ha comprobado que se usaba en el Antiguo Egipto, el Imperio asirio, Grecia clásica o el Imperio romano; también, fuera del Mediterráneo, fue usada por los mayas, los incas y los aztecas en América y desde las primeras dinastías chinas o las primeras dinastías indias.
La cal recién apagada no se adhiere químicamente a las superficies, sino mecánicamente.
Otro uso de la cal es en "lechada" para enjalbegar (pintar) las paredes y en algunos casos los techos con una brocha gorda.
Esta pintura tiene, como los enfoscados, revocos, etc. de cal aérea apagada, un comportamiento bioclimático en países cálidos, debido a su color blanco, que impide que la radiación solar caliente la masa del muro.
Básicamente, la cal hidráulica se comporta en la construcción como un cemento portland blanco, pero con peores resultados.
Si es necesario conferirle cierta hidraulicidad a la cal aérea, se pueden emplear aditivos puzolánicos (tradicionalmente fragmentos de cerámica o árido volcánico).