La bioconstrucción pretende minimizarlo, ayudando a un desarrollo sostenible, que no agote los recursos.
La bioconstrucción debe entenderse como la forma de construir respetuosa con todos los seres vivos.
En otro orden de cosas, debe evitarse también poner en peligro algún ecosistema o hábitat.
Las proporciones espaciales, así como las formas y colores tienen gran importancia en la armonización del lugar.
Según las necesidades del usuario, de tal manera que la vivienda se le adapte y sirva perfectamente para desarrollar en ella su vida.
Deben hallarse totalmente exentos de elementos nocivos como asbesto, poliuretano o PVC .
Con estos materiales, las conducciones son más estables, flexibles, duraderas y menos ruidosas.
Se tendrá un especial cuidado con el tratamiento del agua, su captación, su acumulación, su uso, su depuración, su reutilización y su retorno al medio natural.
La captación es conveniente realizarla en una mina horizontal (a ser posible), si no, deberemos buscar el nivel freático o una vena de agua.
Implantar elementos para la climatización natural, como masas forestales, lagunas, sunths termosolares, invernaderos, cubiertas verdes, etc.
Preferiblemente muros autoportantes que aporten inercia térmica, con aislamiento hacia el exterior.
Se debe tener en cuenta no solo la disposición óptima del mobiliario, sino también su propia forma y contorno geométrico.
La bioconstrucción se basa en las tradiciones de construcción con materiales primarios propios del lugar a edificar, como pueden ser el adobe (mezcla de arcillas, fibras vegetales y a veces excrementos secos) o la piedra.