La celulosa es la biomolécula orgánica más abundante ya que forma la mayor parte de la biomasa terrestre.
En cantidades menores se transforma en una amplia variedad de productos derivados, como celofán y rayón.
[3] Algunos animales, en particular rumiantes y termitas, pueden digerir celulosa con la ayuda de microorganismos simbióticos que viven en sus intestinos, como los Trichonympha'.
[4][5][6] La celulosa fue utilizada por Hyatt Manufacturing Company para producir el primer polímero termoplástico con éxito en 1870, el celuloide.
La molécula se estira, porque los enlaces son ecuatoriales y por lo tanto permiten la máxima extensión.
Tienen una gran importancia ecológica, pues reciclan materiales celulósicos como papel, cartón y madera.
Mediante técnicas biotecnológicas se producen esas enzimas que pueden usarse en el reciclado de papel, disminuyendo el coste económico y la contaminación.
También se utiliza en la fabricación de explosivos (el más conocido es la nitrocelulosa o «pólvora para armas»), celuloide, seda artificial, barnices y se utiliza como aislamiento térmico y acústico, como producto derivado del papel reciclado triturado.
Las tecnologías para transformar la celulosa (la macromolécula más común en la Tierra) son complejas y van desde la degradación enzimática hasta la gasificación.