Arte en España durante la Restauración (1875-1931)

En el arte oficial (pintura de historia, monumentos y edificios públicos de todo tipo: ministerios, gobiernos civiles y diputaciones provinciales, sucursales del Banco de España, ayuntamientos, instalaciones militares -cuarteles, academias-, carcelarias y educativas -institutos de bachillerato-, arquitectura de espectáculos -teatral, arquitectura taurina-, etc.) y los encargos privados (viviendas y "palacetes", como las pretenciosas casas de indianos, sedes y sucursales de bancos y grandes compañías, la arquitectura ferroviaria -por entonces propiedad de empresas privadas-) predomina una estética conservadora o "gusto burgués"[1]​ (academicismo, eclecticismo, historicismos: neobizantino, neorrománico, neogótico, neomudéjar, neorrenacimiento -que origina la denominación despectiva de "estilo remordimiento"-, neoplateresco o "estilo Monterrey", neobarroco), semejante a la que en Francia, Alemania o Inglaterra caracteriza a los denominados estilo Tercera República, estilo kaiser Guillermo o estilo victoriano.

Las manifestaciones artísticas caracterizadas por la "modernidad" o el "rupturismo", y por tanto alejadas de esos parámetros estéticos y sociológicos, suelen clasificarse dentro de los movimientos antiacadémicos o vanguardistas (impresionismo español -Sorolla, Regoyos, Pinazo, Beruete-, modernismo español, sobre todo el modernismo catalán -Ramón Casas, Anglada Camarasa, Llimona, Josep Puig i Cadafalch, Lluís Domènech i Montaner- y la difícilmente clasificable personalidad de Gaudí-, noucentisme o "mediterraneísmo" -Sert, Manuel Hugué, Clarà, Julio González-, Picasso -que pasa por todas las vanguardias-, Gargallo, Solana, Vázquez Díaz, etc.) No obstante, cualquiera de ellos puede ver calificada al menos parte de su obra como más "oficialista"; del mismo modo, también hay mucho de innovación estética en la obra de artistas más "conservadores", como el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, el escultor Mariano Benlliure o los pintores Ignacio Zuloaga y Julio Romero de Torres.

...[7]​La actividad oficial del rey Alfonso XIII incluía numerosas visitas que se aprovechaban para realizar inauguraciones, con apretadísimos programas (como ejemplo, esta reacción del presidente del Congreso a la visita a Valladolid del 15 de octubre de 1915, donde entre otros lugares inauguró el nuevo edificio de la Universidad).

Del Banco de España (Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra, 1884-1891) sólo se ven las cubiertas.

También algunos de los de la Gran Vía (hacia el oeste, a nuestra espalda en esta imagen), como el Edificio Metrópolis (Jules y Raymond Février y Luis Esteve Fernández-Caballero, 1911); aunque otros, como el Palacio de la Prensa (Pedro Muguruza Otaño, 1924-1928) o el Edificio Telefónica (Ignacio de Cárdenas Pastor, 1926-1929) corresponden a una época y estética posterior (generación del 25).