Historicismo
El término fue empleado por Schlegel ya en 1797 para caracterizar al enfoque neoclásico en la historia del arte.No obstante, se considera que la principal y más influyente es la gestada el seno de la llamada escuela histórica alemana, que tuvo a Barthold Georg Niebuhr y Leopold von Ranke como sus mayores exponentes.Durante el siglo XX, el uso que los numerosos críticos del historicismo le han dado al término ha tendido a hacer difusa su caracterización.En esta tradición, muy cercana a la hermenéutica filológica, es posible inscribir a historiadores como Johann Gottfried Herder, Barthold Niebuhr, Leopold von Ranke, Karl von Hegel, Theodor Mommsen, Johann Gustav Droysen, Ernest Renan, Jacob Burckhardt, Wilhelm Dilthey, Charles Seignobos, Otto Hintze y Friedrich Meinecke, entre muchos otros.La línea del historicismo retoma en este caso las preguntas de los filósofos de la ilustración, y se halla representada en parte por figuras como Friedrich Hegel, Auguste Comte, Ludwig Feuerbach, Karl Marx, Wilhelm Dilthey, Ernst Troeltsch, Oswald Spengler, Benedetto Croce, Antonio Gramsci, José Ortega y Gasset y Robin George Collingwood, a pesar de sus múltiples diferencias.El precedente más directo del historicismo consiste en la llamada Escuela histórica del derecho, que alcanzó su más alto desarrollo en Alemania en las obras de Friedrich Karl von Savigny, Georg Friedrich Puchta y Gustav von Hugo.En el historicismo clásico, la tarea del historiador consiste en llevar a cabo una exploración sistemática de los hechos históricos.Ahora bien; todo pensamiento y todo acto que no ha dejado huellas, directas o indirectas, o cuyas huellas visibles han desaparecido, se encuentra perdido para la historia, es como si nunca hubiera existido.La historiografía del siglo XIX se caracterizó por centrarse en la historia política, y el historicismo alemán no fue la excepción.Por esta razón, se prefieren los estudios específicos y particulares de una nación antes que enfoques universalistas.Varias obras de estos llamados "borussianistas" acudieron a la historia para legitimar la unificación alemana y la vocación imperial prusiana, a la vez que volcaron en el pasado juicios anacrónicos marcados por los debates políticos de fines del siglo XIX.