Clausurado y sin uso durante casi un siglo, el palacio fue reabierto en 1992 como Casa de América tras una laboriosa restauración.
Los marqueses de Linares se mudaron al edificio en 1884, aunque las obras no terminarían por completo hasta 1900.
El edificio se caracteriza por su bella fábrica y la calidad de sus materiales, como puede apreciarse en la soberbia escalera principal, que une el entresuelo con la planta noble, realizada en bloques de mármol de Carrara, o las galerías del segundo piso, pintadas al óleo con motivos pompeyanos.
El palacio incluye obras de Alejandro Ferrant, Francisco Pradilla, Manuel Domínguez, Jerónimo Suñol, Casto Plasencia, Francisco Javier Amérigo y Valeriano Domínguez Bécquer.
[2] Así mismo en años previos se han recuperado, mediante compra en subasta, algunos tapices.
Sin embargo, fue declarado monumento histórico artístico en 1976, lo cual le salvó de una desaparición segura.
Con este fin, el centro organiza numerosas exposiciones, debates, presentaciones, conferencias, cursos, etc.
[8] Las leyendas del palacio han dado lugar a que sea considerado como una de las casas encantadas de Madrid, dando pie a publicaciones sobre fenómenos paranormales y fantasmas en la cultura popular.