El decreto del Poder Ejecutivo Nacional n.º 437 del año 1997 declaró a la Avenida de Mayo como Lugar Histórico Nacional,[2] lo cual implica que no se pueden alterar las fachadas de los edificios ni poner determinadas publicidades y marquesinas.Imitando las ideas europeas imperantes del momento, consideraron que amplios bulevares contribuirían a lograrlo.Miguel Cané, quien sería intendente mientras se la construía, consideraba que la capital debía imitar los modelos de las ciudades europeas y terminar con aquellas fachadas de edificios que él consideraba ridículas y caprichosas.La avenida debía entonces cumplir con preceptos reguladores que aseguraran además la homogeneidad arquitectónica tal como sucedía en los bulevares parisinos.Esto último fue lo que finalmente se hizo, y era lo preferido por el director de Obras Públicas, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, debido a que se evitaba el contraste entre las nuevas casas que se construirían de un lado y las viejas de enfrente y además, al no ser perfectamente paralelas Rivadavia y Victoria, se hubiera tenido que inutilizar innecesariamente los edificios de un costado para lograr la perfecta armonía entre las dos calles.Alvear supuso entonces que la mayoría de los vecinos iban a ver, la donación como una inversión.Sin embargo, a esta altura, la opinión pública prefirió la prosecución del proyecto original.Hoy día puede verse fácilmente que esta disposición ya no se cumple.Seeber consideró que eran los más adecuados y llamaba preocupación vulgar al problema de salud mencionado.En consecuencia la avenida presenta hasta el día de hoy un pronunciado declive allí impidiendo visualizar su imponente perspectiva en su totalidad.Esta solicitud fue respetada hasta 1910 en que el depósito dejó de tener utilidad para la ciudad y se lo eliminó.Los primeros edificios construidos fueron principalmente de hoteles que anteriormente se hallaban en la zona portuaria.El Metropole poseía comodidades que no contaban ni siquiera los mejores establecimientos europeos.En el subsuelo del hotel funcionaba la peña Signo, importante lugar de reunión de la intelectualidad argentina y del extranjero, contando entre sus concurrentes a renombrados artistas como Alfonsina Storni, Norah Lange, Oliverio Girondo, Luisa Vehil, Milagros de la Vega, Conrado Nalé Roxlo, Jorge Luis Borges y Federico García Lorca quien habitó seis meses entre 1933 y 1934 en la habitación 704 del hotel, hoy museo–habitación, y había venido al país para representar Bodas de Sangre con Lola Membrives en el Teatro Avenida.Surgieron en la avenida numerosos cafés a la española que incluso preparaban el clásico chocolate con churros.La Castellana, en esquina con la calle Lima, era un café al que a principios del siglo XX podía concurrir toda la familia (en esa época se veía como impropio que una mujer concurriera a un café).Los periodistas del famoso diario Crítica, de Natalio Botana, se reunían en el Avenida, al 1493.Una noche un grupo de falangistas irrumpió en el local buscando pelear con el coro de republicanos que habitualmente cantaba allí, pero confundió a los periodistas con aquellos, recibiendo así los del diario una feroz paliza.La Cosechera, al 625, era concurrido por escritores como Alfredo Bufano, Roberto Arlt, Conrado Nalé Roxlo y el poeta español Pedro Herreros.Entre los establecimientos en los que se difundió el tango se pueden mencionar el Gaulois (más tarde Central), donde Julio de Caro tocó de joven y además estrenó su tango Mala Junta.Granito rojo combinado con otro más claro, debajo de las grandes ventanas, reviste actualmente el frente del que fue su edificio, iluminado por tres faroles.Tampoco faltaban los cafés como el Puerta del Sol, al 1100, cuya especialidad era la oferta de mujeres.Inaugurado por el actor español Mariano Galé, brindó sainetes, operetas y zarzuelas, además obras de comediantes argentinos.El día de su reinauguración se pudo escuchar cantar al tenor español Plácido Domingo.El intendente de la ciudad, Arturo Gramajo, organizó un gran carroussel histórico que desfilaría por la avenida.El diario La Prensa lo calificó de híbrido de propaganda comercial y manifestación patriótica[16] pues junto con las carrozas que exhibían alegorías, trofeos y objetos históricos se incluyeron otras ofrecidas en homenaje por numerosas firmas comerciales que ostentaban sus razones sociales respectivas en grandes letras.[17] El enorme optimismo en el progreso del país que existía en las primeras décadas del siglo XX se vio minado por las crisis económicas y políticas que se sucedieron a partir de 1930.Las finas ornamentaciones se fueron perdiendo, ocultando o reemplazando por materiales modernos más funcionales pero menos vistosos.También se concretaron varias obras privadas tendientes a mejorar las condiciones edilicias y comerciales, tanto en seguridad como en la calidad de servicio.Este tramo presenta una significativa pendiente de descenso al acercarse a San José, que se convierte en ascenso al cruzar dicha calle, recordándonos que antiguamente circulaba por ella el cauce del arroyo conocido como Zanjón de Granados.
Avenida de Mayo en 1911, vista desde el lado del Congreso hacia la
plaza de Mayo
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Cabildo (con la torre diseñada por
Pedro Benoit
) y Casa de la Policía, antes de la demolición.