Pero también durante este período fracasaron en darse un gobierno central y una constitución que fueran aceptados por todas sus provincias en forma permanente.
Era la primera vez en la historia colonial española que un virrey –representante directo del rey de España– era depuesto por el pueblo.
[21] La reunión del cabildo abierto fue controlada por los grupos adversos a los peninsulares, que se aseguraron la superioridad numérica sobre estos.
[29] El resto de la organización virreinal siguió intacta: audiencias, gobernadores, intendentes y cabildos locales permanecían en sus funciones.
[50] Si bien la tropa era numerosa, no tenía otra experiencia que las Invasiones Inglesas, y sus oficiales eran tan inexpertos como los soldados.
Los primeros comandantes fueron oficiales de graduación inferior, o civiles cuyos méritos no estaban relacionados con la capacidad militar sino con sus vínculos políticos y su carisma personal.
[59] A medida que la revolución se consolidaba, Mariano Moreno adoptaba medidas cada vez más radicales, llegando a sostener una postura jacobina; durante un tiempo convenció de seguir ese rumbo al resto de la Junta, pero con el paso del tiempo prevaleció una postura más moderada, sostenida por el presidente Saavedra.
[63] Moreno presentó su renuncia, pero la misma no fue aceptada; solicitó entonces una misión en el exterior, que le fue concedida;[64] moriría en alta mar unas semanas más tarde.
Reunidos en la llamada Sociedad Patriótica, difundieron proclamas contrarias al gobierno y prepararon la elección de nuevos diputados porteños, para contrarrestar la preeminencia provinciana.
[84] Durante su mandato la oposición se organizó en torno a la Logia Lautaro, una sociedad secreta con objetivos claramente independentistas, presidida por Carlos María de Alvear.
[102] Con el paso del tiempo, la situación en España se fue revirtiendo, hasta que Fernando VII regresó al trono español.
[139] La renuncia de Alvear significó un cambio fundamental en lo político: la revolución volvió a tomar el camino hacia la Independencia.
No obstante, esas expediciones nunca tuvieron fuerza suficiente como para imponerse decisivamente a los independentistas del Río de la Plata.
[147] Ese avance directorial sobre una provincia clave no representó una victoria completa: Córdoba seguía en manos federales[148] y –aunque la ciudad de La Rioja y su jurisdicción se separaron de ella–[149] su ejemplo fue imitado en Santiago del Estero, donde el coronel Juan Francisco Borges logró controlar la ciudad durante cuatro días.
[161] Durante el año 1816, las Republiquetas fueron derrotadas una a una; los jefes más destacados de las mismas –como Manuel Asencio Padilla e Ignacio Warnes– pagaron con su vida su resistencia.
Por esa razón apoyó la formación del Congreso de Tucumán y presionó activamente para que se declarara la independencia.
Fuerzas realistas continuaron una resistencia en forma de guerrillas durante varios años aún, pero ya no representaron una amenaza real para la independencia chilena.
Como éstos no lograron formar un gobierno, el coronel Estanislao López, jefe de las milicias rurales, ocupó la ciudad y se nombró a sí mismo gobernador.
[238] San Martín, en cambio, rechazó la orden y trasladó casi todas sus fuerzas a Chile, para organizar la campaña al Perú.
[13] Buenos Aires y el interior sufrieron la Anarquía del Año XX, un período de complejos reordenamientos políticos, territoriales e incluso jurídicos, que desembocó en una muy relativa estabilidad entre las provincias.
Los bandos enfrentados se identificarían posteriormente como los unitarios y federales, aunque en muchos casos estas denominaciones fueran artificiales.
[269] La situación cambió completamente al producirse la victoria bélica, y súbitamente los temas patrióticos dominaron toda expresión artística.
[294] Por su parte, las órdenes religiosas, incomunicadas con sus superiores en España o en Roma, debieron organizar su propia jerarquía para el nuevo país, controlados además por las autoridades nacionales en sus actividades políticas.
[298] Los enfrentamientos intestinos y las guerras civiles obedecían a la falta de acuerdos previos en los conceptos políticos más elementales.
[299] En efecto, desde la Revolución el único acuerdo generalizado entre dirigentes y facciones fue la necesidad de no volver a la situación política previa.
[306][* 15] En efecto, los grupos de pensamiento elitista sostenían que el pueblo estaba formado por un grupo restringido de ciudadanos y que, aún entre sus miembros, no todos debían tener acceso a la acción política –es decir, a elegir y ser elegidos.
[321] La Asamblea General Constituyente y los primeros Directores Supremos no parecen haberle dado especial importancia al Poder Judicial, dándole una mayor independencia de hecho.
Si unas pocas veces las negociaciones políticas entre fracciones fueron discutidas en lugar de generar enfrentamientos armados, los negociadores tenían en vista sus posiciones militares relativas durante las mismas; cada vez que el gobierno central se consideró suficientemente fuerte como para aplastar a sus enemigos internos, ignoró o violó los acuerdos de paz.
[349] En cambio, en Buenos Aires y la Banda Oriental el comercio transatlántico generó una rápida expansión de la ganadería vacuna.
[357] Pero, aún en las regiones más dinámicas, la situación económica del país era muy débil: casi no tenía industrias, y las artesanías estaban en retroceso ante la competencia europea,[358] principalmente británicas.