[3] La otra versión afirma que fue un tal Oreste Tortoni quien habría establecido el café sobre la calle Defensa al 200.[4] Fue una idea que Quinquela Martín adquirió en un viaje por Francia y decidió poner en práctica en su país, donde amigos y colegas que disfrutaban de la buena conversación no disponían de un espacio adecuado para reunirse.[4] Entre los asistentes se encontraban, entre otros, Alfonsina Storni, Baldomero Fernández Moreno, Juana de Ibarbourou, Arthur Rubinstein, Conrado Nalé Roxlo, Antonio Bermúdez Franco , Ricardo Viñes, Roberto Arlt, José Ortega y Gasset, Jorge Luis Borges y Florencio Molina Campos.[1][4] Cuando la agrupación cerró en 1943, se aprovechó lo recaudado por la venta de los muebles (entre ellos un piano Steinway en el que tocaron Arthur Rubinstein, Alejandro Brailowsky, Lía Cimaglia Espinosa y Héctor Panizza) para obtener el granito con el que Luis Perlotti realizó el monumento a Alfonsina Storni en Mar del Plata, comprar amoblamiento para el recreo en el Tigre donde muriera Leopoldo Lugones y erigir un monumento a la memoria de Fernando Fader en Mendoza.Los integrantes más constantes de esa peña fueron los narradores Liliana Heker, Isidoro Blaisten, Ricardo Piglia, Arnaldo Liberman, Miguel Briante, Vicente Battista, Jorge Di Paola y Ramón Plaza y el poeta Horacio Salas.Los encuentros se realizaban en la parte de atrás del Tortoni, en la actual sala Eladia Blázquez.[5] Carlos Gardel, además de cantar dos veces en el café, fue durante un tiempo habitué del lugar.Solía ocupar –según testimonio de Enrique Cadícamo– la mesa del costado derecho junto a la ventana entrando por Rivadavia, donde podía reunirse con amigos sin ser abordado por sus admiradores.El café conserva la decoración de sus primeros años y la salida por la calle Rivadavia.