Inicialmente gobernó en coalición con los liberales, centrándose en contrarrestar la influencia de la Iglesia católica (Kulturkampf) y en favorecer los intereses de los grandes terratenientes mediante una política económica librecambista;[1] en 1879 rompió con los liberales y se alió con el Partido del Centro católico, adoptando posturas proteccionistas que favorecieran el crecimiento industrial alemán.
Comparada con el tosco hidalgo campesino, su esposa era una personalidad eminente y muy cultivada, cuya mayor ambición se centraba en la formación de su hijo.
En una carta enviada a su esposa escribe: «Los tres son lo más hermoso que he tenido y solo por eso sigo aquí».
Su meta final era la diplomacia, pues descartaba dedicarse a la otra carrera posible para un joven noble, la de las armas.
[23] Sus relaciones con amigos pietistas y el haber conocido a su futura esposa Johanna von Puttkamer provocaron cambios en su intimidad.
[30] Bismarck ya tenía cierta experiencia en estas lides, pues anteriormente había ejercido como Deichhauptmann (Supervisor de diques) en las Dietas.
[29] El futuro detractor del parlamentarismo se inició, por tanto, en la vida política dentro de una actividad constitucional y parlamentaria.
En su actuación dentro del Landtag unificado, Bismarck se reveló como un derechista a ultranza y un riguroso hombre de partido.
La cuestión alemana solo cobró importancia para él cuando la elección del emperador en Fráncfort la convirtió en un asunto más de la política prusiana.
Todas estas ideas evidenciaban una indudable influencia de Stahl,[41] cuyas teorías sobre el Derecho público habían causado una impresión muy honda en Federico Guillermo IV.
Bismarck tampoco enjuiciaba desde una perspectiva nacionalista la suerte de Schleswig y Holstein, que tan profundas preocupaciones suscitaba en los ambientes políticos.
Más tarde se justificaría aduciendo que en aquella época el ejército prusiano no estaba en condiciones de afrontar una guerra.
Esta declaración de Bismarck se ha interpretado, erróneamente, en sentido pangermanista;[50] sin embargo, su concepción estaba en clara oposición a la situación entonces imperante: Austria era un Estado cuyo rasgo fundamental no era el estar habitada por población alemana, sino su carácter de gran potencia que había blandido a menudo y con éxito la espada alemana.
Así pues, al llegar la tormentosa época revolucionaria, Bismarck había renunciado a su profesión de hidalgo campesino.
2] La propuesta había partido de Leopold von Gerlach, que veía en Bismarck el eterno luchador contrarrevolucionario aliado con Austria.
[56] Bismarck fue siempre un abierto partidario de defender los intereses del propio Estado, pero también es verdad que presupuso en los demás la misma actitud.
5] En su transcurso, Bismarck no abjuró de su concepción del mundo monárquico-conservador y protestante, aunque se negó en redondo a cimentar en ella una política exterior muy limitada en el plano teórico.
[67] Dado que el regente pretendía una política de buenas relaciones con Austria, tales sugerencias cayeron en saco roto en Berlín.
En resumen: en aquella época, Bismarck, al igual que Ferdinand Lassalle, deseaba aprovechar la guerra entre Francia y Austria como arma arrojadiza contra la potencia de los Habsburgo.
La ciudad en un principio le causó una impresión muy grata: "Lo único que me saca de quicio es no poder fumar por la calle".[69][70][n.
Bismarck predicaba el apartamiento del Bundestag, dominado por Austria y los Estados centrales, pero por otro lado aceptaba con resignación la política exterior de su país:[70]
[70] En una última polémica con Leopold von Gerlach, Bismarck justificó su juicio sobre Napoleón III, aduciendo que no se le debía conceder demasiada importancia.
[70] Todos estos proyectos e insinuaciones políticas surgieron en un momento histórico en que Prusia tenía dificultades crecientes en el interior.
[77] Era algo muy típico en él: estaba dividido en su interior y jugaba siempre con varias posibilidades en orden a su destino tanto personal como político.
[79] Dentro del análisis global de Bismarck, se debe considerar también su estrecha vinculación con la naturaleza, su amor hacia las plantas y su alegría ante cualquier paisaje hermoso.
[79] Por otra parte, semanas atrás Bismarck había convenido con Roon una clave para que el primero regresara a Berlín al llegar la hora decisiva.
Bismarck se dedica a un objetivo fundamental: realizar la unidad en beneficio de Prusia y con exclusión del Imperio austríaco.
Las ventajas económicas tampoco eran evidentes y, sobre todo, la amistad con el Reino Unido, requisito indispensable del sistema diplomático continental, podía enfriarse si aparecían tensiones coloniales.
El nuevo emperador se opuso a la cuidadosa política exterior de Bismarck, prefiriendo la expansión vigorosa y rápida.
Como sus argumentos no convencieron a Guillermo, Bismarck se puso nervioso y agitado hasta que, extrañamente, mostró sus motivos para hacer caer el proyecto de ley: conseguir una agitación de los socialistas hasta producir un violento enfrentamiento que pudiera ser utilizado como pretexto para reprimirlos.