Literatura fantástica

Se conoce como literatura fantástica a cualquier relato en que participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, como la magia o la intervención de criaturas inexistentes.Todorov, por el contrario considera que «El temor se relaciona a menudo con lo fantástico, pero no es una condición necesaria de su existencia».Los límites de la ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio espacio de lo maravilloso, en donde se descarta el funcionamiento racional del mundo y lo "extraño" o el "fantástico explicado", en el que los elementos perturbadores son reducidos a meros eventos infrecuentes pero explicables.Se han propuesto diferentes reformulaciones teóricas que intentan rescatar el núcleo de esta definición con diversas salvedades.En esta situación, el relato fantástico introduce un elemento sobrenatural, discordante con el orden natural, que produce inquietud en el lector.Otros hitos en la historia de la literatura fantástica son Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), Drácula (Bram Stoker, 1897) o El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde (R. L. Stevenson, 1886) Durante la transición del siglo XIX al siglo XX, el paradigma epistemológico de Occidente sufre diversas sacudidas.Su inflexible orden racional se ve sacudido desde todos los campos del saber: las ciencias humanas (Marx), la filosofía (Nietzsche), la psicología (Freud) e incluso la física (Einstein).Lovecraft, Lord Dunsany) o introduciendo el fenómeno sobrenatural ya no como un inquietante misterio, sino como un elemento integrado con naturalidad en el mundo.[7]​[8]​[9]​ Por su parte, la literatura maravillosa ha creado un público y un sector editorial especializado, gracias al gran éxito de (además del mencionado Lovecraft) Robert E. Howard, J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, J. K. Rowling, Ursula K. LeGuin, Terry Pratchett (quien aborda el género desde la posmoderna perspectiva de la parodia y la metaficción) o George R. R. Martin.En España, el género literatura fantástica es menos fuerte que en Latinoamérica debido a factores sociológicos.El grupo social dominante no tenía motivos para cambiar su visión del mundo y abandonar el racionalismo.Otro exponente de los años sesenta fue Alfonso Sastre con Las noches lúgubres (1963) quien con su realismo crítico se acercó a la literatura fantástica.[18]​ Venezuela tiene una vasta tradición de literatura fantástica que se remonta a mediados del siglo XIX, con autores como Julio Calcaño, Juan Vicente Camacho, Nicanor Bolet Peraza y Pedro Emilio Coll.[29]​ Meneses cambiaría la literatura de Venezuela e influenciaría a autores también incursionarían en el género como José Balza, Oswaldo Trejo, Ida Gramcko y Alfredo Armas Alfonzo.[30]​[31]​[32]​[33]​ Algunos exponentes actuales del género son: Ednodio Quintero, Juan Carlos Chirinos (Los cielos de Curumo, Renancen las sombras), Israel Centeno (Criaturas de la Noche), Karina Sainz Brogo (La isla del Doctor Schubert), Michelle Roche Rodríguez (Malasangre), o Norberto José Olivar (Un vampiro en Maracaibo).[34]​ La saga narra hechos mágicos, fantásticos y también, colectivos, en la medida en que exceden el heroísmo individual.Su dimensión colectiva se entrama, a su vez, con una búsqueda de modificar la realidad del mundo, como plantea la literatura épica.[35]​ En Chile, el género fantástico nunca ha logrado desprenderse por completo del canon realista chileno y, por lo tanto, llegar a ser considerado un género per se dentro de su tradición narrativa[36]​; a diferencia de lo que ocurre en Argentina.
Edgar Allan Poe, circa 1849.
Arturo Uslar Pietri , quien acuñaría el término realismo mágico para referirse a la "negación poética de la realidad", en la cuentística venezolana de principios del siglo XX .
Liliana Bodoc