En 1980 estudió actuación y dirección teatral en La Escola D’Actor en Barcelona, España.[1] En el ámbito formal, la obra de Centeno tiene relación con la estructura literaria de los años 90, pues construye los relatos prestando atención a la forma, destacando su trabajo con las imágenes y al mismo tiempo construye tramas en las que nunca descuida la anécdota.La apuesta lírica en el lenguaje es muy importante, dar esos giros, incorporar una imagen.Meterme con situaciones muy duras, como lo hice en Bengala y salir relativamente ileso, es posible por el recurso de las imágenes» (Centeno 2006b: 12).En la novela, Centeno nos muestra una Caracas baldía, solitaria y en ruinas, sin utilizar los elementos tradicionales de las historias distópicas.Debería bastar para poner a Centeno entre los mejores novelistas del idioma castellano.Como abreboca, Centeno nos introduce en la lectura con líneas de la obra del escritor cumanés José Antonio Ramos Sucre como epígrafe, y con el primer cuento también titulado Criaturas de la noche, el autor abre un portal cuyo hilo conductor es una perra amarilla.Como zombis, las personas se dividen en dos: un grupo tratando de hilvanar significados y otra amarrada a teléfonos para intentar comunicarse con Dios o con el diablo, porque la familia, perseguida por sospechosa, ha tenido que irse del mapa y corroborarse parte de un magnicidio que sólo existe en la imaginación de un sujeto que quedó para mirar desde muros y edificios.Debido a esto, vemos cómo los habitantes del territorio devastado han pensado en resolver la política a través de un atentado contra cualquier sujeto que se sienta mesías, profeta, dios o tirano de una sociedad que lo detesta, y como sabe que lo detesta la persigue, la acorrala, la apresa, la tortura y la mata.