Por otra parte, algunos de estos relatos presentan giros cómicos donde un campesino humilde termina engañando al diablo, casi siempre con base en la letra pequeña del pacto.
El paganismo no desaparece en Europa hasta el siglo VIII, y su memoria perduró bajo muchas formas de religiosidad popular.
Es posible establecer una analogía clara entre los ritos paganos a dioses precristianos que el cristianismo considera maléficos —para obtener su favor— y el pacto con el diablo.
[4] Esta historia aparece ya en una versión griega del siglo VI escrita por un tal "Eutychianus", que asegura haber sido testigo directo de los hechos.
También se suponía que participaría en aquelarres, tendría relaciones sexuales con demonios y concebiría descendencia con los súcubos (o los íncubos si era mujer).
Sin embargo, en los juicios por brujería siempre aparecían evidencias como la marca diabólica, una señal indeleble causada por el toque del diablo al cerrar el pacto.
Los inquisidores elaboraron sofisticados contratos falsos para acusar a sus víctimas, aunque en último término afirmaban que bastaba con haber incluido el propio nombre en un cierto Libro Rojo de Satán.
El significado de la expresión pacto con el diablo se ha expandido hasta incluir intercambios que no tienen relación con el demonio pero implican perseguir una meta (como la venganza) por medios considerados malignos (por ejemplo, el asesinato).