Johann Georg Faust

Este mito fue adaptado a los escenarios varias veces, entre ellos por el británico Christopher Marlowe en su obra La trágica historia del doctor Fausto (1604).

La tradición de publicar folletines populares sobre Fausto, conocidos como Faustbuch, sobrevivió hasta bien entrado el siglo XVIII, y la leyenda fue adaptada de nuevo por Johann Wolfgang von Goethe en su Fausto (1808).

El sobrenombre Faustus, que significa feliz en latín, y se lo habría dado a sí mismo, dado que la costumbre onomástica contemporánea era la de tomar por apellido el nombre del lugar de origen.

Los lugares de nacimiento posibles del Fausto histórico son Knittlingen (según Manlius, 1562), Helmstadt junto a Heidelberg, o Roda.

Knittlingen alberga hoy en día un archivo y museo dedicado a Fausto.

Baron (1978)[4]​ y Ruickbie (2009)[5]​ argumentan que Helmstadt es el lugar de origen más probable.

Las menciones históricas de un cierto astrólogo y alquimista operando en Alemania bajo el sobrenombre comienzan en la primera década del siglo XVI.

En 1506 existen registros que mencionan a un tal Fausto ejerciendo de astrólogo y mago en Gelnhausen.

El humanista Mutianus Rufus escribió en 1513 en una carta: «Hace ocho días llegó a Érfurt un quiromántico llamado Georgius Faustus Helmitheus Hedelbergensis, simplemente un fanfarrón y un bufón.

Según Manlius, Johannes Faustus era un conocido de Melanchthon, y habría estudiado en Cracovia.

Según Manlius, Fausto afirmaba que las victorias del emperador alemán en Italia fueron debidas a su intervención mágica.

Dorstenius habría cubierto su rostro con arsénico, con lo que perdió no solo su barba pero también buena parte de su piel.

Esta edición se hizo ampliamente conocida y fue leída por Goethe en su juventud.

Su ilimitado deseo de conocimiento le lleva a conjurar al diablo en un bosque cercano a Wittenberg, quien se le aparecen en forma de un franciscano conventual que dice llamarse Mefistófeles.

El diablo crea un sirviente (famulus) de nombre Christoph Wagner y un poodle, Prästigiar, para que acompañen a Fausto en su aventura.

Retrato ideal de Faust.