El nombre se suele utilizar para indicar al diablo u otro demonio enviado por él cuando suele aparecer este con la apariencia de un ser humano normal, con la intención de presentar una apariencia más amigable a los seres humanos.
En dicha Quinta de Recreo, según los habitantes del pueblo, habían entierros y candelillas, además de poderse ver al mandinga cantando y tocando melodías.
En Colombia el mandinga es un mito tradicional del Folclor colombiano, generalmente la historia se cuenta en Bogotá, y la Costa Caribe colombiana; además hay un pueblo muy pequeño llamado Mandinga en el departamento del Bolívar, a hora y media desde Cartagena de Indias, la capital del departamento, donde la historia se cuenta en cada rincón.
En historias populares como las del personaje Pedro Urdemales, este suele aprovecharse de lo que indica el texto del contrato para encontrar formas de lograr engañar al Mandinga.
En caso de que el mandinga no podía lograr realizar un pacto, se dice que aprovecha su apariencia humana para tentar a los seres humanos mediante apuestas, cuyas apuestas suelen traer desgracias en la vida del apostador al ganarlas el mandinga.