Realismo mágico

[8]​ Ese mismo año Miguel Ángel Asturias publicó en Buenos Aires su novela Hombres de maíz, también considerada una precursora del realismo mágico.[10]​ Es frecuente citar a Alejo Carpentier como uno de los primeros autores en utilizar el realismo mágico como recurso literario en sus obras.No obstante, podemos hallar ciertos precursores, tales como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias con sus Leyendas de Guatemala (1930) o el venezolano Arturo Uslar Pietri, con su novela Las lanzas coloradas (1931).Algunos autores con obras emblemáticas del género son el venezolano Adriano González León con País Portátil, la cubano-estadounidensese Mireya Robles con Hagiografía de Narcisa la Bella, Laura Esquivel con Como agua para chocolate y la chilena Isabel Allende con La casa de los espíritus, el argentino Manuel Mujica Lainez, con Bomarzo, el ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, con Siete lunas y siete serpientes (1970).Podrían incorporarse al grupo, en el siglo XXI, las obras de los mexicanos Rodolfo Naró y Felipe Montes.[14]​[15]​ El alemán Günter Grass, el indobritánico Salman Rushdie, el checo Milan Kundera y el portugués José Saramago han sido, en numerosas ocasiones, catalogados dentro de esta tendencia por la crítica especializada.Además, algunas obras pertenecientes a otros géneros también pueden presentar características muy similares: Encontramos cinco posturas: Ambos son producto de la transgresión del límite entre lo real y lo irreal.Se diferencia de la literatura fantástica porque esta tiene su poderosa manifestación romántica en el siglo pasado en Europa; en Latinoamérica tiene caracteres propios.
Autorretrato (1932), de Dick Ket .
El hombre del crustáceo (1980), de Marcial Gómez .