Su madre, Elena Espino Barros Robles, hija del fotógrafo Eugenio Espino Barros, inculcó en su hijo el amor por la poesía y por su ciudad natal, Monterrey.
Cierto día, su profesor de literatura enfermó y fue sustituido por el maestro Rigoberto González quien, notando el interés de su alumno por la literatura, le abrió las puertas hacia Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe y Ray Bradbury; días después del descubrimiento, Montes consideró convertirse en escritor, para lo cual, y pensando que dicho trabajo debía ejercerse, como mínimo, ocho horas diarias, volviendo de la escuela dedicó una tarde a la labor.
Escribió seis cuentos y, satisfecho, salió a dar una caminata alrededor del Cerro del Obispado, al final de la cual entró a la Maternidad Conchita, miró su imagen en un ventanal y se dijo: “He ahí un escritor”.
En ese momento decidió escribir una obra extensa, una saga en prosa poética, una novela río, un poema en prosa que narrara el futuro de Monterrey, desde ese momento hasta su catastrófico final.
Desde el punto de vista del periodista Ricardo Harden Cooper, Felipe Montes «construye una sola obra general cuyo universo literario condensa los mitos y la vida cotidiana que coexisten y se entremezclan en su natal Monterrey y su región»,3 por lo que su obra es una sola, dividida en grandes fragmentos que constituyen, por sí mismos, obras menores independientes.
Actualmente, las obras independientes que conforman Monterrey se agrupan en cinco grandes partes: Sobre su producción literaria, él ha dicho: «Desde los trece años me prometí hacer una gran obra sobre Monterrey.
En cada libro emplea diferentes tonos, los cuales se caracterizan por el empleo de metáforas, descripciones sensoriales, estructura narrativa cronológica, realismo mágico y crudo, escenarios reales y cambios de atmósfera.
En su obra literaria mantienen una fuerte presencia los elementos de la naturaleza, entre los que destacan los árboles y los vertebrados, además de seres fantásticos, entre ellos demonios y ángeles.
Las tres integrantes de Acoso en la U y el grupo Feministas del Tec, notificaron al Tecnológico de Monterrey este hecho y pidieron que prohibiera la entrada del escritor al evento librero para proteger a sus denunciantes y hacer del evento un espacio seguro para los alumnos.
[17] Al ser confrontado con los testimonios, el profesor decide renunciar a la institución.