Los estudios primarios y secundarios los había cursado con los jesuitas, como tantos franceses de aquel entonces, incluido Voltaire.En el salón de Racourt, paisano suyo, coincidían literatos y artistas, y allí se dio a conocer, leyendo unas cuantas fábulas y algunas canciones, esbozos primeros de un talento que había, más adelante, de rendir tributo en mayor grado a la prosa que a la poesía.[8] El escritor y bibliotecario Charles Nodier, que lo conoció en su juventud, describe a Cazotte como poseedor de un «inapreciable talento para contar mejor que cualquier otro hombre en el mundo cuentos a la vez raros e ingenuos, que pertenecían a la realidad más trivial por la exactitud de las circunstancias y al mundo de las hadas por la magia.Prolongando dicha tendencia orientalizante, Cazotte dio a las prensas en 1742[1] un volumen de cuentos fantásticos orientales,[10] titulado Les mille et une fadaises: Contes à dormir debout (Los mil y un disparates: cuentos para dormir de pie), que se reimprimiría en 1753 con el título, ampliado, de Canapé troisième ou Les mille et une fadaises.[1] Tras su primer regreso a Francia procedente de la Martinica (1752), publicó algún poema más.[3] Sus primeras composiciones alcanzarían tal popularidad, tanto en la corte como entre el pueblo, que le estimularon a intentar algo más ambicioso.[15] Con todo, Cazotte no era aún sino el modesto autor de unas cuantas fábulas y canciones.No es obra de gran valor literario, pero su lectura resulta amena y el estilo es harto elegante.[17] Se trata de un "poema" en doce cantos y en prosa combinada con verso, titulado Olivier (2 volúmenes, 1762), seguido en 1771 por otro romance, el Lord impromptu,[10] relato breve inglés que pertenece al género íntimo y brinda detalles rebosantes de interés.[18] El éxito del poema de Olivier lo animaba a seguir escribiendo.[cita requerida] Pero la más popular de sus obras[10] es la deliciosa nouvelle Le Diable amoureux (El diablo enamorado, 1772), considerada como la obra precursora o incluso inaugural del género de literatura fantástica.[cita requerida] La portada de ese libro reza así: Le Diable / amoureux.Incluye seis planchas grabadas por Moreau[Nota 4] según dibujos de Clément-Pierre Marillier.El valor de la historia radica en su pintoresca ambientación y en la destreza con la que están ejecutados sus detalles.[24] Por una larga temporada, las creencias de Cazotte resultaron amenas y tolerantes; en el transcurso de esos años escribió más cuentos árabes que se confundieron durante mucho tiempo con Las mil y una noches, cuya continuación eran, y no proporcionaron al autor toda la fama que deberían haberle aportado.Un personaje singular se ofreció a componer la música según iba escribiendo Cazotte el libreto.[Nota 6][31] La ópera quedó concluida en una noche, se envió a París y no tardó en representarse en el teatro de la Comédie-Italienne, tras algunos retoques de Marsollier y Duni, que se avinieron a firmarla.[10] No se puede afirmar con certeza que Cazotte hubiese tenido relación con el movimiento iluminista antes de escribir El diablo enamorado,[Nota 7] incluso teniendo en cuenta que cierto pensamiento místico cercano al iluminismo parece haberle acompañado siempre.Admitió que en El diablo enamorado se había mostrado severo con los cabalistas, acerca de los cuales no tenía ideas sino muy vagas, y que sus prácticas no eran posiblemente tan condenables como lo había supuesto.[34] Cazotte, como se irá viendo, aplicó más adelante esas ideas no ya a sus libros, sino a su vida, y demostró lo convencido que de ellas estaba hasta sus postreros momentos.[36] Inicialmente, el martinismo era perfectamente compatible con la ortodoxia católica, pero fue derivando a posiciones ideológicas más simpatizantes con los principios revolucionarios, lo que hizo que Cazotte fuese alejándose progresivamente de él.[48] El mayor de sus hijos, Jacques-Scévole, marchó al servicio de la guardia del rey; ya se avecinaban los tiempos difíciles y su padre no ignoraba que lo exponía a un peligro.[54] No sería concebible que estas cartas, halladas en el palacio de las Tullerías en el cruento día del 10 de agosto, hubieran bastado para que se condenase a un anciano si algunas partes de esa correspondencia no hubiesen dado pie para sospechar conspiraciones más materiales.[56] Serían esas cartas las que, una vez interceptadas por las autoridades revolucionarias, causarían su perdición.[51] Los desventurados encerrados en aquella prisión disfrutaban aún de cierta libertad dentro del recinto.[Nota 13][61] Este hojeó el registro de la cárcel y llamó en voz alta a Cazotte.Al oír ese nombre, la hija del preso, que ya subía con las demás mujeres, bajó la escalera corriendo y cruzó por entre la muchedumbre en el preciso instante en que Maillard pronunciaba la terrible frase: "¡Lo llevan a La Force![62] Un abogado, de nombre Julien, ofreció a Cazotte refugio en su casa y medios para escapar de quienes lo buscasen; pero el anciano estaba resuelto a no ir en contra del destino.Antes de dictar sentencia, lo aislaron, junto con su hija, pues temían los últimos intentos de ésta y la influencia que pudieran tener en el auditorio; la defensa del ciudadano Julien insistió en vano en el aspecto sagrado de una víctima indultada por la justicia del pueblo; el tribunal parecía obedecer a un convencimiento inquebrantable.[64] El acontecimiento más extraño de este proceso fue el discurso del presidente del tribunal, Lavan, que había pertenecido, igual que Cazotte, a la sociedad de los Iluminados,[65] discurso que concluyó con un par de frases lapidarias: "Fuiste hombre, cristiano, filósofo, iniciado; debes, pues, morir como hombre y como cristiano.
Cazotte es defendido por su hija de los revolucionarios (
grabado
de 1846).