Amparo Dávila

Su infancia fue marcada por el miedo, un tema que aparece en algún número de sus trabajos futuros como autora.En 1966 fue parte del Centro Mexicano de Escritores donde recibió una pensión para seguir escribiendo.Ella también juega con la idea del tiempo como un símbolo de lo que no se puede cambiar.En ambos casos, sin embargo, destaca tanto lo frustrado de las relaciones interpersonales (noviazgos que no llegan a culminar en casamiento, parejas infelices, matrimonios asfixiados por la rutina) como el deseo ardiente y no satisfecho de contar con una pareja.[8]​ Acerca del proceso creativo y la relación con el autor la encontramos en Los narradores ante el público: En septiembre de 2013, Amparo fue homenajeada por el noveno encuentro de escritores, Literatura en el Bravo, siendo la primera mujer que recibe este galardón por dicho encuentro.