[3] La novela inició un género literario que se volvería extremadamente popular a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, con autores como Clara Reeve, Ann Radcliffe, William Thomas Beckford, Matthew Lewis, Mary Shelley, Bram Stoker, Edgar Allan Poe, Robert Louis Stevenson y George du Maurier.
Walpole tenía una fascinación por la historia medieval, y en 1749 construyó un castillo gótico falso, Strawberry Hill House.
Empleaba un estilo de escritura arcaico para reforzar aún más este punto.
[7] Sin embargo, tras la admisión de la autoría por parte de Walpole, muchos críticos se mostraron reacios a prodigar muchos elogios a la obra y la descartaron como ficción absurda, esponjosa y romántica, o incluso desagradable o inmoral.
Sin embargo, poco antes de la boda, Conrado muere aplastado por un yelmo gigantesco que le cae desde arriba.
Los sirvientes también le dicen que vieron los brazos y piernas de un gigante en el pasillo.
Matilda aprovecha para liberar a Teodoro, que había sido encerrado en una torre por Manfredo.
Teodoro hiere de gravedad al caballero, que resulta ser Federico.
El grupo lleva a Federico de vuelta al castillo y éste cuenta la siguiente historia: hecho prisionero por los infieles, había soñado que su hija estaba detenida en un castillo donde acechaban las desgracias más terribles y que, si lograba liberarse y dirigirse a un bosque cercano a Joppa, obtendría allí más información.
El ermitaño le solicita a Federico que, después de fallecer y ser sepultado, cave en un lugar específico.
Al realizar esto encuentra una enorme espada con una inscripción que auguraba un peligro para su hija.
Un año después su madre falleció, no sin antes revelarle que era hijo de Jerónimo.
Desde entonces Teodoro había viajado y labrado el campo en búsqueda de su padre.
Durante la estancia en el castillo para aclarar las cosas, Federico se enamora de Matilda.
Manfredo abdica del principado y se retira a la vida religiosa junto con Hipólita.
Situar la trama en la Italia medieval y citar una fuente ajena al autor, realmente ficticia, para avalar la veracidad del relato parecen ser puntos recurrentes en los textos de Walpole.
No se presta atención por los detalles, todo es acción, envuelta en el misterio.
El elemento católico era una faceta necesaria de la "plantilla del terror" que Walpole pretendía invocar.
La alusión a la experiencia de Hamlet con el fantasma no sólo pretende ser una "plantilla de terror", sino también hacer que los lectores se sientan como si estuvieran viendo la obra misma, y Walpole lo hace en tres ocasiones.
El vínculo con Hamlet se fortalece aún más a causa del incesto que también está en juego en Otranto.
De manera similar, Otranto gira en torno a "una competencia sexual más amplia para asegurar el linaje".
[20] La conexión final entre Otranto y Shakespeare reside en el papel que desempeñan los sirvientes.
La novelista Clara Reeve escribió El viejo barón inglés (1777) como respuesta, afirmando que estaba tomando la trama de Walpole y adaptándola a las exigencias de la época equilibrando elementos fantásticos con el realismo del siglo XVIII.
[2] Ella explicó: Después de que se añadieran varias otras novelas al incipiente género gótico, el autor adolescente Matthew Lewis publicó El monje (1796), una novela que imitaba directamente la fórmula de El castillo de Otranto[2], pero la llevó a tal extremo que algunos han interpretado a la novela como parodia.