Jornalero, temporero, peón o bracero son denominaciones genéricas para designar a las personas que trabajan por cuenta ajena a cambio de un jornal o pago por día de trabajo.
También hay una diferencia de matiz, marcada en el Diccionario de la Lengua Española, que especifica que peones y braceros son trabajadores no cualificados, cuyas tareas "no requieren arte ni habilidad".
Vivían siempre endeudados y esto les producía una alienación que les impedía romper este círculo vicioso, sobre todo si debían mantener hijos, esposa, enfermos o abuelos.
En periodos críticos (malas cosechas, carestías, hambrunas, epidemias, guerras), la conflictividad social estallaba en revueltas campesinas prerrevolucionarias (o en motines de subsistencia o antifiscales de más amplia composición social en entornos urbanos).
[11] Los colonos que no podían hacer frente a sus obligaciones se convertían en jornaleros.
En 1565, en un informe del concejo de Horcajo de Santiago se llega a decir que los jornaleros "han venido a pedir tan inmoderados jornales que no se puede por ninguna vía sufrir tan gran desorden [...] y son amigos de holgar muchos días y trabajar muy pocos y ganar en un día para holgar cuatro."
La percepción social entre la oligarquía representada en Cortes y ayuntamientos, por mucho que sea opuesta al análisis serio que comienzan a hacer los arbitristas, es la misma que se refleja en la literatura picaresca: las clases bajas quieren trabajar lo menos posible: "por haber tantos vagabundos, no hallan los labradores quien los ayude a cultivar las tierras, ni otros oficiales de la república a quien enseñen sus oficios, que por esta razón es cierto que valen tan caras las hechuras de las cosas, y todo lo que se vende de mercadería y mantenimiento" (Cristóbal Pérez de Herrera, Amparo de pobres -1558-, donde también aconseja: "tengan los labradores peones a buen precio").
[16] En el siglo XVIII la situación en Andalucía y Extremadura era insostenible, pues la continuada concentración de la tierra había generado enormes latifundios, cultivados por una plebe miserable que, contratados por temporada durante el buen tiempo, quedaban sin trabajo todo el invierno.
[18] La estructura de la tierra apenas varió hasta bien entrado el siglo XX, con una explotación muy pobre.
Mientras tanto una gran parte de la población no encuentra trabajo y tiene que vivir miserablemente o emigrar".
Así, algunos autores entienden que, precisamente, el anarquismo andaluz fue una respuesta racional, y no milenarista, a una configuración social específica.
[25] Movimientos anarquistas, se dieron también desde época similar, como la huelga de Jerez de 1873, para reclamar la abolición del trabajo a destajo y el restablecimiento del jornal por día para los trabajadores agrícolas.
[27] Los sucesos conocidos por "La Mano Negra" se produjeron en el bienio 1882-1883, durante una gravísima crisis de subsistencias.
[34] Clamaron no pocos propietarios, y al cacicato acudieron pidiendo que fuese amparado el derecho a la ganancia.
[55] La pintura social, desde el siglo XIX, intensifica la postura crítica, representando los problemas sociales por sí mismos, con los planteamientos estéticos del realismo o, en su momento, del impresionismo (y su modalidad local, el luminismo).
Ver también herramienta agrícola, cuyas distintas modalidades y variantes locales están adaptadas a cada una de ellas.
El artículo de los García Lázaro en Diario de Jerez aparecía anteriormente en andaluciainformación, 10/10/2009 añadiendo una referencia a Juan Cabral Bustillos y Antonio Cabral Chamorro, Las gañanías de la campiña gaditana 1900-1930, ficha en Dialnet del que a su vez se recoge que tiene como fuentes a Ramón de Cala, Blasco Ibáñez (La Bodega -reseña en criticadelibros-), Ángel Marvaud (posiblemente se refieran a La cuestión social en España -1910 en francés, 1975 en español-) y al ya citado Gerald Brenan.
Los mismos autores (García Lázaro) mantienen un blog entornoajerez donde hay tres entradas relativas a "gañanías": "Con Ramón de Cala por las gañanías de la campiña" (15/05/2016), "Con Vicente Blasco Ibáñez por la campiña jerezana.
Estas medidas de contención salarial no resultaron efectivas, como muestra su reiteración en la legislación laboral, y los trabajadores, en particular los jornaleros, vivieron una verdadera “edad de oro”, al crecer más los salarios que los precios y, por tanto, ser mayor su poder adquisitivo.
En forma de segador, a Peribáñez, señor -tanto el apariencia engaña- pedí jornal en su trigo, y, desconocido, estoy en su casa desde hoy.
Mañana, al salir la aurora, hemos de ir los segadores al campo; mas tus amores tienen gran remedio agora que Peribáñez es ido a Toledo, y te ha dejado esta noche a mi cuidado; porque, en estando dormido el escuadrón de la siega alrededor del portal, en sintiendo que al umbral tu seña o tu planta llega, abra la puerta, y te adiestre por donde vayas a ver esta invencible mujer.
Al alba he de haber segado todo el repecho del prado.
Va primero de canción, y luego diré una historia que me viene a la memoria.
- ¿Pero tú crees que sin guardia civil se podría sujetar a la gente?
- En lugar de traer guardia civil, se podían quitar las cuevas, Mosén Millán.