Anexo:Revueltas campesinas
La historia de Roma, abundante en revueltas de esclavos,[2] termina con una prolongada decadencia (desde la crisis del siglo III) a la que contribuyeron las revueltas campesinas denominadas bagaudas.Durante la disolución del Imperio carolingio se dieron las revueltas denominadas Stellinga o Stellingabund (841-845), protagonizadas por los frilingi y los lazzi (hombres libres y libertos, las dos "castas" inferiores de las tres en que los sajones clasificaban a los no-esclavos, siendo los nobiles -nobles- la superior) que pretendían volver a la situación mucho más igualitaria que la sociedad sajona presentaba hasta el 770 (fecha de la conversión al cristianismo y la incorporación al Imperio).[3] El papel de las revueltas campesinas en el Antiguo Régimen fue estudiado como uno de los factores clave en la transición del feudalismo al capitalismo (polémica entre Roland Mousnier y Boris Porschnev).En la Edad Contemporánea, el protagonismo del campesinado como agente histórico, y en concreto su capacidad de convertirse en una fuerza revolucionaria o más bien ser un elemento reaccionario o conservador, fueron elementos centrales del pensamiento marxista.Ya la revolución mexicana (Emiliano Zapata, "tierra y libertad") proporcionaba un ejemplo de revolución campesina; pero no fue hasta las formulaciones maoístas durante la revolución china que el protagonismo campesino se reivindicó desde la teoría marxista, influyendo de forma notable en los movimientos tercermundistas posteriores e incluso en la ruptura sino-soviética.