Por medio de estas revueltas, se manifestó la crisis social y política del Antiguo Régimen.
En efecto, esta liberalización parecía contraria a la «economía moral», lo que significaba una ruptura con respecto al principio que exigía del rey que este velara por la seguridad de sus súbditos y por el aprovisionamiento de productos alimenticios.
Con la liberalización, los granos podían salir de las regiones mejor abastecidas para ser destinados a las regiones más afectadas, lo que generó alzas importantes de precio en todas partes.
El 27 de abril, el movimiento llega a las áreas densamente pobladas: en un primer momento Borgoña occidental, luego Beauvaisis y, finalmente, Beauce y Brie.
Luis XVI se mostró inquieto porque ciertas panfletos culpaban a sus allegados; sin embargo, las destrucciones estuvieron muy delimitadas.