Parábola del hijo pródigo

Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su herencia viviendo como un libertino.

Y llegó a desear llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.

Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."

Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu herencia con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"

Esto llevó al teólogo luterano Joachim Jeremias a pensar que el nombre de la parábola debería ser “parábola del amor del padre” en lugar de “el hijo pródigo”.

Luego, Jesús confunde las expectativas de los oyentes cuando el hijo menor es mostrado como inepto.

[6]​ El académico católico Luis Fernando García-Viana señala que el Deuteronomio 21:15-17 indica que el hijo más joven recibía un tercio de la fortuna de su padre y que, aunque la división de la herencia podía hacerse en vida, los hijos no podían acceder a esta hasta la muerte del progenitor, como se señala en Eclesiástico 33:20-24.

"[6]​ Las acciones del joven no conducen al éxito; desperdicia su herencia y finalmente se convierte en un sirviente contratado, con el degradante trabajo de cuidar a los cerdos, e incluso envidiarlos por las vainas de algarroba que comen.

Cuando regresa, su padre trata al joven con una generosidad mucho mayor de la que él tiene derecho a esperar.

Enfatizaba en que Dios Padre es "rico en misericordia" y siempre está listo para perdonar.

El hijo exige poder utilizar esa riqueza (dones y gracia) con libertad para usarla sin la voluntad de su padre.

Posteriormente se señala que malgasta esa herencia viviendo como un libertino e irresponsable.

Esto enseña que el pecado y la vida de libertinaje llevan al hijo pródigo, en un acto desesperado, a cometer un acto abominable y, como consecuencia, empeora más su situación.

Para la comunidad judía de ese tiempo, el cerdo era un animal inmundo, tal como se describe en la ley de Moisés (Levítico 11,7), a punto tal que ni siquiera se podía criar.

Se puede decir que su verdadera conversión, el arrepentimiento real, ocurre en este momento, pues ve en la actitud del padre desinterés y amor, principales características de una verdadera conversión.

Por otra parte, en su diálogo con su primogénito se transluce cómo Dios no descuida a aquellos que lo han seguido justamente y cómo ante el pecado de los justos su reclamo es tierno pero firme.

Indica que el pecado de soberbia puede alojarse fácilmente en ellos por profesar una fe.

Alberto Durero hizo un grabado a buril del Hijo Pródigo en medio de los cerdos (1496), un tema popular en el Renacimiento flamenco y neerlandés, y Rembrandt bosquejó la parábola varias veces, en pinturas y grabados; El retorno del hijo pródigo (1662, Museo del Hermitage, San Petersburgo) es uno de sus trabajos más sobresalientes.

Sin embargo, la historia ha trascendido la cultura pop, llegando a ser representada fuera del ámbito religioso.

Murillo , El retorno del hijo pródigo , Washington D. C., National Gallery of Art.
Regreso del hijo pródigo ( Leonello Spada , museo del Louvre )