La era

Francisco de Goya utiliza colores cálidos como marrón, amarillo o naranja.

Goya recurre aquí a la composición en pirámide heredada de Mengs, alcanzando así un gran éxito.

El atardecer estival ha sido logrado con maestría, recayendo la luz sobre las tonalidades amarillentas del trigo.

El mínimo tamaño de los equinos, sin embargo, resta mérito a la representación goyesca del ambiente.

Existe un boceto para este cuadro, titulado La trilla y que se custodia en el Museo Lázaro Galdiano.