La religión etrusca también tuvo una gran influencia, sobre todo en la práctica del auspicio, utilizado por el Estado para buscar la voluntad de los dioses.Esta religión arcaica fue la base del mos maiorum, «el camino de los antepasados» o simplemente «la tradición», considerada como algo fundamental para la identidad romana.Los primeros romanos rendían culto a fuerzas y seres sobrenaturales de carácter indefinido llamados numina («presencia»; singular: numen) como Flora, Fauno, etc.[6] Es probable que los bosques sagrados (Luci), fueran los primeros lugares destinados al culto de los dioses hasta que se erigieron altares, pequeñas capillas y, por último, templos a cuyo alrededor se plantaban bosques, los cuales eran tan sagrados como los mismos templos.Asimismo, los bosques sagrados fueron considerados asilos, al igual que los templos, donde las personas perseguidas por cualquier motivo podían refugiarse.Los cadáveres eran incinerados, mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran guardadas en urnas funerarias.Asimismo, numerosas prácticas inicialmente reservadas a grupos familiares o sociales limitados se institucionalizaron y alcanzaron, de este modo, un carácter colectivo.Al amparo de las nuevas necesidades también se crearon instituciones y prácticas religiosas con carácter estrictamente público.Su genio, el Genius Caesaris, quedó ligado a los lares de los rincones sagrados, y recibió un culto al tiempo que los demás.Los sacrificios variaron según los tiempos, las circunstancias y la idea que se tenía de cada divinidad en particular.Por otra parte, se ofrecían frutos en los altares, haciendo libaciones de vino, leche y aceite.El primer cuidado de los sacerdotes era examinar si la víctima estaba completamente limpia; en seguida la purificaban y los asistentes hacían lo mismo con agua lustral echada por aspersión.A los Lares se les sacrificaban casi todos los animales domésticos y las golondrinas, porque anidan en las chimeneas.Los colegios, pues, solamente conservaron el derecho de agregar o admitir en su cuerpo al recipiendario.Su abolición, como la de todos los demás Colegios sacerdotales romanos, ocurrió durante el mandato del emperador cristiano Teodosio I.Cada Flamen estaba destinado al culto especial de una divinidad; su carácter sacerdotal era vitalicio, pero podía ser removido, y en este caso pasaba a llamarse Veflamen.La tradición atribuyó a Numa la fundación de este Colegio sacerdotal, pero es muy probable que ya antes existieran.Sila aumentó el número a quince, y se llamaron Quindecimviros, dirigidos por un patriarca al que denominaban Magister Collegii, cuyo cargo era vitalicio.Julio César añadió otro, y así continuaron dieciséis hasta Augusto, que hizo subir el número a cuarenta o sesenta.Sila añadió luego cuatro más, que adjuntos a los tres anteriores se denominaron Setemviros Epulones.Los Augures se congregaban una vez al mes, hasta que su Colegio fue suprimido por orden del emperador cristiano Teodosio I.Estos sacerdotes, que debían tener cincuenta años de edad y ser de buenas costumbres, estaban subordinados a un patriarca al que llamaban Curio Maximus, elegido por ellos mismos en una asamblea llamada Comitia Curiata.[20] Decuriones: Según Dion Casio, tenían a su cargo la representación de los cuejos del circo y los espectáculos.Calatores: Auxiliares cuya principal obligación era anunciar el cese de los trabajos cuando se realizaba un sacrificio.Uno de los caballos que tomaba parte en dicha carrera, adornado con una collera, era sacrificado a Marte.Las vestales recogían la sangre del caballo para elaborar el suffimen, un fumigante que se usaba ritualmente durante los Parilia.Sin embargo, pese al severo castigo infligido a quienes se sorprendiera violando este decreto, las Bacanales no pudieron ser totalmente sofocadas, especialmente en el sur de Italia, durante mucho tiempo.La genealogía divina comenzó con el Caos, confusión elemental, del que nacieron dos hijos, la Noche y Erebo (Oscuridad).A Saturno le habían predicho que sería destronado por sus hijos, tal como ocurrió.[27] La mayor parte de las plantas y los animales consagrados a los dioses tenían alguna relación con sus nombres, con sus atributos o con su carácter.
El emperador
Juliano II
, llamado «El Apóstata», fue el último emperador «pagano». Intentó sin éxito combatir el cristianismo y restablecer la religión romana tradicional.