Príapo se caracteriza por su descomunal y permanente erección, que dio origen al término médico priapismo.
Se convirtió en una figura popular en el arte erótico romano y en la literatura latina, y es el tema de la colección de versos, a menudo humorísticamente obscenos, llamada los Priapeos.
Sin embargo, otros muestran cómo los poetas inventaron situaciones cómicas y obscenas para Príapo, otorgándole una prominencia literaria mayor de la que gozaba en los ritos y la religión, si bien las figuras fálicas enmascaradas destacaban en muchas ocasiones festivas, tanto en Grecia como en el mundo romano.
Los poetas griegos más antiguos, como Homero o Hesíodo, no mencionan a Príapo, y Estrabón[2] afirma expresamente que sólo tardíamente fue objeto de adoración divina.
Príapo tenía tantos rasgos en común con los otros dioses de la fertilidad que los órficos le identificaban con sus místicos Dioniso, Hermes, Helios y demás.
En cierta manera su equivalente en la mitología romana, donde fue mucho más popular que en la griega, era Mutinus Mutunus, la personificación del poder fructífero de la naturaleza.
Luciano cuenta en Sobre la danza que Príapo era considerado en Bitinia un dios guerrero, un tutor rústico del infante Ares.
[9] En los Fastos de Ovidio, Lotis —una náyade o ninfa— cayó dormida ebria en un banquete, y Príapo aprovechó esta oportunidad para intentar violarla.