Júpiter (mitología)

El culto a Júpiter, de probable origen sabino, fue introducido en Roma por Numa Pompilio.[4]​ Durante la República, era la divinidad a la que el cónsul dirigía sus plegarias al iniciar su mandato.[5]​ En el Imperio, con la introducción del culto imperial, Júpiter dejó de ser la única personificación de la máxima grandeza, aunque varios emperadores le hicieron su dios tutelar, o bien se incorporaron a sí mismos sus atributos.Los cónsules juraban su cargo en nombre de Júpiter y le rendían honores en el feriae anual del Capitolio en septiembre.Para agradecerle su ayuda, y asegurarse su continuo apoyo, sacrificaban un buey blanco (bos mas) con cuernos dorados.Algunos estudiosos han considerado que el triumphator encarnaba (o personificaba) a Júpiter en la procesión triunfal.Su casa en la colina Capitolina fue arrasada, y se decretó que ningún patricio pudiera volver a vivir allí.[12]​ Júpiter Capitolino representaba una continuidad del poder real desde el Período Regio, y confería poder a los magistrados que le rendían pleitesía.En lugar de Júpiter, Ops le dio a su esposo una piedra envuelta en pañales, que Saturno devoró.Allí era adorado con la forma de una piedra sagrada, conocida como Júpiter Lapis, sobre la que se realizaban juramentos.Su dilapidación empezó en el siglo V, cuando Estilicón se llevó las puertas doradas y Narsés retiró muchas de las estatuas en 571.Además, «jovial» es un adjetivo relativamente común usado para describir a alguien alegre, apacible y optimista.
El Júpiter de Esmirna ( Museo del Louvre ), estatua que fue hallada en Esmirna ( Turquía ) en 1670. Fue llevada al rey Luis XIV de Francia , quien ordenó su restauración, añadiéndole el brazo elevado con el rayo.
Estatua de Júpiter en la que aparece con algunos de sus atributos: el cetro, el orbe con la Victoria y el águila a sus pies.