El agua lustral es aquella con que se rociaban las víctimas y otras cosas en los sacrificios gentílicos.
[1] La tenían por lo común en unos grandes vasos colocados a la puerta o en el vestíbulo de los templos; y los que entraban en ellos se lavaban ellos mismos, o bien se hacían lavar por los sacerdotes.
Cuando había un muerto en una casa, se ponía a la puerta un gran vaso lleno de agua lustral, el que pasaba de la casa de un difunto a la del otro.
Todos los que asistían a los funerales se rociaban al salir con ella, sirviéndose también de la misma para lavar el cadáver.
Sus sacerdotes presentan a los que entran en las pagodas una agua consagrada por ellos con ciertas ceremonias.