Originalmente, es probable que fueran dos, cuatro en tiempos de Plutarco y posteriormente, seis.
Su mayor responsabilidad era mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta, situado en el Foro romano por lo que tenían restringidos sus movimientos.
Cuando una candidata a vestal era seleccionada, era separada de su familia, conducida al templo donde le eran cortados los cabellos.
Estos, después, eran ofrecidos a la diosa Vesta colgándolos de un árbol viejo del bosque sagrado que se encontraba junto al aedes.
El fuego era encendido usando la luz solar como fuente de ignición concentrada por un espejo cóncavo.
Además de privilegios y honores por todas partes, las vestales podían testar aún viviendo sus padres.
El sufíbulo era un velo blanco de lana que era utilizado durante rituales y sacrificios.
La flaminica dialis y la regina sacrorum mantuvieron la responsabilidad en exclusiva para determinados ritos religiosos, pero su oficio se realizaba como parte de una pareja.