En 1537, llegó a este territorio Gonzalo Jiménez de Quesada para ocupar las tierras, distribuir los indígenas en encomiendas, obtener recursos y poblar.
Este proceso se enmarcó en medio de batallas dadas por los indígenas para evitar el dominio español.
Más tarde en 1539, Gonzalo Suárez Rendón fundó Tunja y otras poblaciones ocupadas por los antiguos caseríos indígenas.
En aquella época la provincia no era más grande que el actual Departamento de Boyacá.
Su territorio correspondía inicialmente al que ocupaban los chibchas, si bien luego fue ampliado hasta abarcar gran parte del oriente de la actual Colombia.
[5][6] Como corregimiento del Nuevo Reino, su administración estaba a cargo de los "corregidores" y "justicias mayores".
Sin embargo la vida de este primer virreinato fue corta ya que en 1723 fue suprimido.
Así es como para 1795 se le habían segregado Mérida, Barinas, El Socorro, Pamplona y Casanare.
[7] Por tal motivo se fortalecieron la encomienda y el resguardo dentro de su territorio.
Los tunjanos asaltaron la Administración de tabaco y vendieron a bajos costos el producto almacenado.
Las Capitulaciones se han considerado como el documento más importante de finales del siglo XVIII, que refleja los problemas sociales, económicos y fiscales.
Su proyección se refleja en la Revolución de Independencia, pues si bien su culminación revolucionaria fracasó en su momento histórico, bien sabemos que abrió el camino a posteriores rebeliones y a la independencia de América en relación con las metrópolis europeas.
Es así como España vivió su propia guerra de independencia contra Francia entre 1800 y 1814, momento que aprovecharon sus colonias para reclamar su derecho a ejercer un autogobierno.
El ejército realista estaba al mando del Coronel José María Barreiro, los cuales tenían una superioridad armamentística, numérica y logística sobre la tropa de Bolívar.
De aquí por los páramos Portachuelo y Marchán, hasta caer en el río Lengupá.
[4] Debido a lo escarpado del terreno por encontrarse en plena Cordillera Oriental, la provincia no poseía ríos de curso largo.
Muchos páramos pertenecían a la provincia, destacándose el de Pisba, por ser un lugar histórico donde el ejército libertador cruzó los Andes para enfrentar posteriormente al ejército realista en la Batalla de Boyacá.
En un principio se encontraba dividida en partidos, que luego pasaron a llamarse jurisdicciones.
En 1825 la provincia se encontraba distribuida en los cantones de Tunja, Chiquinquirá, Garagoa, Leyva, Moniquirá, Muzo, Santa Rosa, Sogamoso, Soatá y Turmequé.
[2] En 1843 estaba fraccionada en los cantones de Tunja, Cocuy, Garagoa, Leyva, Ramiriquí, Santa Rosa, Sogamoso, Soatá y Tenza.
[14] La economía provincial se basaba en enseres, comestibles y otros productos que eran de importancia tanto en el interior como en la periferia del país.
[4] La principal producción era la industria artesanal, en especial de "La ropa Tunja": paños, telas, vestidos, ruanas y otros.
Desde la provincia se enviaban ropas, mantas, alpargatas, quesos, harinas, jamones pollos y otros productos a las regiones mineras del Nuevo Reino de Granada.