Esta rebelión, liderada por Juan Francisco Berbeo en 1781, no buscaba una revolución independentista sino revertir los impuestos y las políticas impopulares impuestas por la autoridad virreinal en el Virreinato de la Nueva Granada, lo que hoy corresponde a Colombia.
Aunque ya en 1752 y entre 1764 y 1767 habían estallado motines contra el monopolio del aguardiente, fueron las medidas tomadas a fines de la década de 1770 las que provocaron que el nuevo levantamiento tomara una magnitud sin precedentes.
[7] Las pretensiones iniciales buscaban reducir impuestos y dar mayor participación a los criollos.
El 27 de mayo acamparon 20 000 comuneros a los alrededores de Zipaquirá, divididos por capitanes, de los pueblos de Barichara, Charalá, Carare, Cocuy, Confines, Cheva, Chita, Chima, Chocontá, Firavitoba, Garagoa, Gachetá, Gámeza, Guacamayas, Guadalupe, Hatoviejo, La ubita, Leiva, Lenguazapaque, La Vega, Moniquirá, Monguí, Nimaima, Neusa, Nocaima, Oiba, Ocamonte, Onzaga, Pezca, Páramo, Pacho, Paipa, Puente real, Pinchote, Ráquira, Robada, Riachuelo, Santarosa, Sogamoso, Serinza, Samacá, Sócota, Sincelada, Sotaquirá, Santana, Suta, Sesquilé, Sutamarchar, Suaita, Socorro, San Gil, Tenza, Tibasosa, Tibirita, Topagá, Tasco, Toca, Tota, Tunja, Ventaquemada, Valle y Zapatoca.
También se incorpora Ambrosio Pisco, descendiente de los Zipas junto a unos indígenas que fue recibido con música y cohetes en Nemocón.
[8] Juan Francisco Berbeo exigió que los tunjanos lideraran las negociaciones por parte de los insurrectos.
Entre otros, los puntos más destacados del documento fueron: Las capitulaciones fueron enviadas a Santa Fe con la comisión aclarando que se debían hacer cambios y reformas.
Todo el movimiento aceptó las capitulaciones y regresaron tranquilamente a sus casas ya que a su líder Juan Francisco Berbeo lo nombran Justicia Mayor y Regidor de El Socorro, como lo decía lo pactado en un artículo.
Se hicieron varias copias del documento y convencieron al pueblo de irse y enviar las capitulaciones a varios lugares del reino por medio de la muchedumbre que se dispersaba.
Unos fueron desterrados y otros enviados a los calabozos de Cartagena, entre los nombres se encuentran Lucas Campuzano, Nicolás Lozano, Francisco de Porras, Ignacio Díaz, Clemente Correa, Blas Villegas, Victorino Franco, Joaquín de Silva, José Medardo Bonafont, Pedro Milla, Pablo Díaz, Marcos Quijano, Rafael, Fernando y Francisco Ramírez y otros.
La comisión decidió acceder a todas las demandas tras varias deliberaciones y se firmaron unas capitulaciones que fueron aprobadas por la Real Audiencia de Santa Fe.
El cacique Ambrosio Pisco fue encarcelado en Cartagena y pese a que luego fue indultado, nunca pudo volver al interior del país.
Otros dirigentes fueron sentenciados a sufrir 200 latigazos, vergüenza pública y prisión en África.
Muchos campesinos sin tierra fueron enviados a Panamá, donde padecerían por cuenta de las inclemencias del malsano clima tropical.
Las pocas penas impuestas a los participantes más ricos fueron mucho menos horrendas; algunos simplemente fueron encarcelados en Cartagena y después indultados.
Si bien los comuneros nunca pretendieron la independencia, (pues su inspiración mayor como fue la Revolución francesa no había ocurrido aún) sino su oposición a las reformas del gobierno español, este movimiento sirvió de base a los criollos para años más tarde intentar levantar al pueblo y llevarlo a apoyar en gran parte el bando de la independencia definitiva, o bando patriota, en objetivo de romper todo vínculo con la monarquía.