La casa se dividió en dos ramas: una reinó en Jerusalén y la principal en Inglaterra (Plantagenet).
A la muerte de Balduino en 1131 se convirtió en el rey Fulco I.
En 1153 Esteban firmó el Tratado de Wallingford, por el que designaba como su sucesor a Enrique, que sería coronado como Enrique II de Inglaterra.
Desde entonces, la Casa pasó a ser conocida como de los Plantagenet.
Con los nietos de Carlos, la dinastía se dividió en varias ramas: los Anjou-Sicilia (rama principal que reinó en Nápoles), los Anjou-Durazzo, los Anjou de Hungría y los Anjou-Tarento.
En 1265 el papa Clemente IV concedió a Carlos de Anjou el Reino de Sicilia (y Nápoles), cuya corona ostentaban los Hohenstaufen, enemigos del papa por las luchas entre güelfos y gibelinos.
La rebelión se extendió por toda la isla y los franceses fueron expulsados.
Andrés se convirtió finalmente en rey, pero su muerte sin descendencia provocó que la corona recayese en Carlos Roberto, hijo de Carlos Martel de Anjou.
Juana I de Nápoles adoptó a Luis para dejarle sus posesiones, pero a la muerte de la reina, Luis tuvo que luchar contra el otro pretendiente, Carlos (perteneciente a la rama Anjou-Durazzo), quien tras la muerte de Luis en 1384 pudo reinar efectivamente.