Un poema en latín escrito por un funcionario de la corte para conmemorar la coronación se refiere al carisma del príncipe joven.
Enrique parece no haber sido muy interesado por la actividad gubernamental cotidiana, algo que lo distinguió de su padre y sus hermanos menores.
Sin embargo, se supone que su padre no delegó autoridad en su hijo, reteniendo el poder en sus territorios.
Es verdad que también fue el único que no dio muestras de ninguna sagacidad política, habilidad militar, ni inteligencia ordinaria..."[9] y además, "Fue benévolo, amable, afable, educado y generoso.
Desafortunadamente fue también superficial, vanidoso, descuidado, de altas esperanzas, incompetente, imprevisor e irresponsable.
[12] Había una percepción entre sus contemporáneos y la próxima generación que su muerte en 1183 señaló un declive en el torneo tanto como en esfuerzo caballeresco.
[13] Sin embargo, más tarde de Born criticó mucho al rey joven y lo satirizó en varias obras.
Cronistas contemporáneos alegaron que la disputa fue debida a que se sentía privado de fondos y frustrado porque su padre no le había dado territorios para reinar.
Sin embargo, parece que la rebelión tomó fuerza desde un descontento profundo con el reinado de Enrique II, y se unió al rey joven un partido formidable de magnates anglonormandos, normandos, angevinos, poitevinos y bretones.
Como señal de su penitencia por su guerra contra su padre se postró desnudo en el suelo ante un crucifijo.
En su lecho de muerte, cuentan que pidió la reconciliación con su padre, quien rehusó visitarle, sospechando un engaño.
"[15] Tras su muerte intentaron su madre y una facción de sus amigos a promover su canonización.
[16] Hubo asambleas largas y conmovedoras dondequiera que se detuviera su cuerpo.