Ricardo llegó en junio tras pasar por Chipre; el refuerzo inglés fue bien recibido pero las querellas entre ambos reyes surgieron de inmediato.
Para agravar la situación, los dos se vieron afectados por la alopecia: atacados por altísimas fiebres perdieron los cabellos y las uñas.
No obstante, Felipe Augusto otorgó mediante un escrito de 1192 Valois y Vermandois a Eleonora, territorios que deberían ser devueltos al rey cuando ésta muriera.
La sucesión dinástica no estaba realmente asegurada: su único hijo Luis apenas tenía cuatro años y ya había sufrido una grave enfermedad.
Para defender su postura y la anulación de su matrimonio, Felipe Augusto adujo una posible consanguinidad prohibida por la Iglesia.
Felipe Augusto dejó la causa en suspenso e Isambur continuó en cautiverio siendo trasladada a la torre de Étampes.
Intentó forzar los acontecimientos pretendiendo casarse una tercera vez y constató, definitivamente, que todos sus proyectos sobre este asunto resultaban inútiles.
El rey terminó por romper las negociaciones para la anulación en 1212 de la misma manera abrupta en que lo había hecho en 1201 y, resignado, aceptó que Isambur ocupara su lugar como reina de Francia, aunque jamás tuvo con ella relaciones conyugales.
Conquistó los principales puertos palestinos llegando hasta Jaffa y restableció el reino latino de Jerusalén, aunque la ciudad propiamente dicha no pudo ocuparla.
Esperando recuperar la Corona inglesa gracias al apoyo de Felipe Augusto, le rindió vasallaje en 1193.
Los dos reyes buscaban apoyos, mientras Inocencio III, que trataba de poner en pie una nueva cruzada, les obligó a negociar.
Durante todo el período comprendido entre 1206 y 1212, Felipe Augusto se dedicó a consolidar sus conquistas territoriales.
Tras la muerte de Enrique VI Hohenstaufen sucedida en 1197, el papa Inocencio III tenía que designar al nuevo emperador.
Juan sin Tierra, fue presa del pánico: la ayuda de los poitevinos era muy dudosa y Luis se acercaba acompañado por 800 caballeros.
La victoria sobre el continente fue absoluta, pero las ambiciones reales no terminaron ahí, Felipe Augusto deseaba ir más lejos en su lucha contra Juan de Inglaterra.
Después de Bouvines, las operaciones militares se llevaron a cabo en Inglaterra o en el Midi.
Todo el norte del Loira permanecía en paz gracias a la tregua firmada en Chinon en 1215, en principio por cinco años y prolongada en 1220 con la garantía del futuro Luis VIII, una asociación que significó el principio de la transición de Felipe Augusto a su hijo y heredero.
En algunos de estos casos el rey pudo, asimismo, recuperar distintas tierras, como: Issoudun, Bully, Clermont-en-Beauvaisis e incluso Poitiers.
Estas conquistas territoriales hicieron de Felipe Augusto un rey organizado, en cuyo cometido prosiguió su hijo Luis VIII.
Establecer estas conquistas pasa, no obstante, por otros baremos, diferentes a las simples victorias militares o diplomáticas.
El rey creó, entonces, los bailíos, antigua creación de origen anglo-normanda cuyo cometido, en los territorios franceses, no quedó claramente definido.
Elegidos por el rey, eran una docena de personas que recorrían el dominio en cuestión a fin de impartir justicia e iniciarse una contabilidad del reino, un dominio que alcanzó unos progresos decisivos en la segunda mitad del reinado.
A diferencia del sistema feudal, los bailíos no tenían un lugar geográfico preciso (esto evolucionó después de Felipe Augusto).
Eran pagados, directamente, por el rey, y estaban sometidos a un control severísimo, con la obligación de rendir cuentas tres veces al año.
En algunos de los territorios conquistados durante su reinado (Anjou, Maine, Poitou, Saintonge), Felipe Augusto confió las funciones administrativas a los senescales.
Gracias a la victoria alcanzada en Bouvines, Felipe Augusto acabó su reinado en medio de un importante fervor popular.
Guillaume le Breton, clérigo y cercano a Felipe Augusto, fue el encargado de realizarla.
En esta obra única, Felipe Augusto es presentado, en ocasiones, con un héroe, el vencedor de Bouvines y es celebrada su majestad.
Aunque la corte es, todavía, itinerante, París adquiere un estatuto particular que las diferentes empresas llevadas a cabo así lo atestiguan.
París experimentó un gran avance durante el reinado de Felipe Augusto que se inventó la capital.