Cruzada albigense

También sostenían al matrimonio con fines de procreación, ya que consideraban un error traer un alma pura al mundo material y aprisionarla en un cuerpo sin el apoyo de una familia.

Creían en la castidad y en la monogamia como medio de procreacion para tener familias.

Para llegar a este estado predicaban una vida ascética y contemplativa.

Entre otras cosas: Además, el modo de vida ascético predicado y practicado por los Perfectos contrastaba con la corrupción y el lujo ampliamente extendidos en la Iglesia católica, representando una amenaza para la supervivencia de las diócesis católicas en un medio rural empobrecido y cansado de diezmos eclesiásticos.

También rechazaban los juramentos, por ser ataduras al mundo material, lo que atacaba a su vez la propia disposición de la sociedad feudal europea, donde dado el analfabetismo reinante casi todas las transacciones comerciales y compromisos de fidelidad se basaban en juramentos.

Creía en la virtud de las armas cuando estaban guiadas por Dios; también era un jurista, formación que había recibido en París y Bolonia.

Comprendió que el catarismo había surgido por una carencia de la Iglesia; había pocos clérigos católicos bien instruidos, pocas abadías y obispos; muchos de estos últimos no visitaban sus diócesis más que para recoger impuestos.

Esta disposición se extendió a Occitania en julio del año 1200.

Su principal misión consistía en reformar el clero local y combatir la herejía.

Esta se produjo en la primavera de 1208 con el asesinato del legado papal Pedro de Castelnou en Saint-Gilles (atribuido según las crónicas a una orden del conde tolosano Raimundo VI).

Pero, evidentemente, no pudo llevar a cabo las peticiones y fue excomulgado de nuevo en una reunión en Saint-Gilles.

El papa Inocencio III acusó abiertamente al conde de Tolosa.

Así, otorgaba a quienes tomaran parte de la cruzada iguales privilegios concedidos para las cruzadas en Tierra Santa: absolución de los pecados y promesa del paraíso para los muertos en combate.

Se formó una numerosa tropa; en un territorio con diferentes señores feudales, mal defendido y poco habitado, la victoria podía parecer fácil a barones habituados a las cruzadas en ultramar.

Tras la conquista de Béziers, la cruzada avanzó hacia Carcasona, la masacre de Beziers causó efecto y todas las fortalezas y burgos iban capitulando sin ofrecer resistencia.

Montréal, Preixan, Fanjeaux, Montlaur, Bram van cayendo sistemáticamente a su paso.

La primera batalla con el bando occitano al completo se produjo en Castelnaudary en septiembre de 1211.

Inocencio III fallece en 1216 y su muerte desencadena una sublevación general en todo el Mediodía.

Raimundo VI, que había estado rearmándose en el Condado de Barcelona junto con su hijo Raimundo VII, desembarca en Marsella (el Concilio de Letrán le había conservado sus posesiones provenzales) y retoma la lucha.

En 1226 desciende con sus tropas francesas el valle del Ródano y somete Aviñón.

Derrotado Trencavel y excomulgado Raimundo VII, los occitanos se ven forzados a firmar los humillantes términos del Tratado de Meaux.

Pese a la derrota de los señores feudales, la herejía cátara siguió presente en el Mediodía.

Para terminar de extirparla la Iglesia crea la Inquisición, que en un principio se centrará en reprimir a cátaros y valdenses.

La Inquisición seguirá actuando en la zona en los siguientes tres cuartos de siglo, pero con casos individuales, hasta que se da por extinguido.

La primera y más evidente consecuencia de la cruzada tuvo lugar en el plano religioso.

La Iglesia romana consolidó así, por la fuerza de las armas, su posición hegemónica antes de que la amenaza considerada herética se extendiera a toda la sociedad languedociana o a otros territorios.

Además en el curso del conflicto nacieron dos instrumentos que le serían fundamentales en los siglos siguientes: la Inquisición y la Orden de los Hermanos Predicadores.

En su lugar, su inclusión dio acceso a Francia al Mediterráneo (lo que sería aprovechado por el propio san Luis IX para partir a las cruzadas desde Aigues-Mortes) y asentó su autoridad sobre unos territorios en los que apoyarse en la posterior guerra de los Cien Años (cabe recordar que el Mediodía limita con Aquitania).

A partir de la Revolución francesa y el Primer Imperio las sucesivas leyes no hicieron sino fomentar esta inferioridad para potenciar el francés (dado que las lenguas periféricas eran percibidas como amenazas a la unidad nacional), lo que pondría el occitano incluso en peligro de desaparición hasta su renacimiento a finales del siglo XIX gracias a autores como Frédéric Mistral y movimientos como el Félibrige.

A mediados del siglo XX diversos investigadores e historiadores recuperaron la memoria de la cruzada albigense como reivindicación del patrimonio histórico-cultural de la región cultural francesa de Occitania, siendo el concepto del catarismo explotado actualmente con fines comerciales turísticos principalmente, como la marca Pays Cathare (País Cátaro) con que se promociona el departamento del Aude[7]​ o los denominados castillos cátaros.

Catedral de Albi , localidad francesa que dio nombre al movimiento religioso combatido por la fuerza por la Iglesia católica.
Mapa del territorio en vísperas de la batalla de Muret
Auto de Fe de Santo Domingo de Guzmán , obra del pintor renacentista Berruguete , exhibido en el Museo del Prado , reproduce una escena de la obra fracasada de conversión de los cátaros encargada a Domingo de Guzmán.
Ciudad amurallada de Carcasona, La Cité , posesión de la familia Trencavel, sitiada por las fuerzas cruzadas en agosto de 1209, durante la cruzada albigense.
Los cátaros expulsados de Carcasona
Muerte de Simón de Montfort durante el asedio a Toulouse
Galería de los ilustres del Capitolio de Toulouse , algunos frescos representan escenas de la cruzada