Un pantiprotector o protector diario es un absorbente similar, más liviano y pequeño, destinado al flujo menstrual leve, sangrado intermenstrual y fluidos vaginales,[5] mientras que un interlabial es una toalla más pequeña que se sostiene por acción de los labios vaginales.
[9] Las toallas fabricadas en tela son opciones reutilizables, que se lavan y secan entre usos.
Las mujeres también podían emplear materiales absorbentes como algodón, virutas, esponjas, lana o papel que se descartaban con cada uso.
Esto se debe a su mayor disponibilidad y reconocimiento sobre otras opciones de gestión menstrual.
[14] No se aconseja el uso de estos apósitos para tratar incontinencia urinaria al existir productos diseñados específicamente para este fin.
La cifra total de toallas desechadas en el medio ambiente se espera que supere las 12 mil millones por año.
En la enciclopedia Suda se cita que Hipatia arrojó un «trapo femenino» a un admirador suyo en un intento de alejarlo.
[22] Desde el siglo XVIII al XX las mujeres cosían paños de tela que ajustaban bajo la enagua y lavaban a diario.
Mencionó también el hecho de que estas debían lavarse y podían incinerarse una vez utilizadas.
[38] Desde mediados del siglo XIX y durante la mayor parte del siglo XX se utilizaron complementariamente tiradores que recorrían el cuerpo desde los hombros hasta los genitales y sostenían las toallas, de tela o desechables, en contacto con la vulva.
[43] También podían sostener otros materiales absorbentes como algodón, esponjas, viruta de madera, guata, lana y papel.
[47] El nombre deriva de [K]Otton-like TEXture (textura similar al algodón)[45] y se atribuye a Albert Lasker, publicista que también creó las campañas de difusión mostrando a enfermeras para inspirar una mayor confianza en el producto.
[25][54][55] Complementariamente se aplicó un diseño de envase discreto que consistió en una caja azul pequeña solo con el nombre impreso.
[57] Debido a creencias de que el baño o la inmersión en agua fría eran perjudiciales para una mujer menstruante,[58] desde 1920 se vendieron espráis vaginales y desodorantes en polvo para contrarrestar cualquier olor producido por las toallas.
Estas últimas no lograron un impacto comercial significativo y las opciones desechables dominaron el mercado.
Su diseño incorporaba un bolsillo hecho de materiales resistentes a la humedad para sostener la toalla, y prevenía las fugas al ajustarla firmemente contra los genitales.
El invento no logró apoyo comercial y recién en 1956 Kenner reunió el dinero necesario para patentar su modelo.
[27] Las «alas», extensiones laterales diseñadas para rodear la ropa interior, aparecieron en la siguiente década, a su vez que el avance en materiales super absorbentes redujo el volumen de las toallas.
[68] La recomendación es cambiarlas cada tres o cuatro horas para prevenir irritación y evitar olores por la acumulación de bacterias.
[71] No se aconseja utilizarlas para tratar incontinencia urinaria dado que pueden resultar incómodas, retener la humedad y causar inflamación.
[83][84][85][64] Algunos modelos pueden incluir fragancias que se aplican entre la capa inferior y el núcleo absorbente.
[89] Algunos modelos pueden incorporar tanto materiales biodegradables para las diferentes capas, mientras que continúan utilizando polímeros de hidrogel en el interior.
En Uganda se fabrica un tipo de toalla sanitaria confeccionada con papiro y papel triturado.
[93] Las toallas descartables pueden provocar irritación en la vulva por la fricción contra la piel durante su uso al caminar o hacer ejercicio.
Este cuadro inflamatorio no siempre se asocia al uso del apósito en un primer momento ya que los síntomas pueden persistir o empeorar finalizada la menstruación.
[103] Por sus materiales no respirables también puede generar mayor sudoración en la zona genital, lo que podría predisponer a la usuaria a la vulvovaginitis; la forma de evitarlo es minimizar el uso de las almohadillas, utilizar modelos sin fragancias, cambiarlos habitualmente o evitar su uso por completo.
[13] Es condición para cada jurisdicción con un marco regulatorio evaluar el riesgo en la salud cada vez que se utilicen nuevos materiales o químicos en la fabricación.
[108] China aplica las normas GB 15979-2020 (obligatoria), y GB/T 8939-2008 (optativa) del Hygienic Standard For Disposable Sanitary Products.
Su entrega se raciona, lo que redunda en largas filas para conseguirlas o cantidades insuficientes por persona para la adecuada higiene.
A su vez, estas poblaciones consideran que enterrarlas es más adecuado, y así pueden funcionar como «fertilizante».