Los plásticos tradicionales (polietileno, polipropileno, ABS, PET, entre otros) están sintetizados a partir del petróleo por la industria petroquímica.
El ácido poliláctico, sintetizado a partir del maíz, es una de las más prometedoras, sin embargo aún es pobre en propiedades mecánicas, su costo es mucho mayor comparado con los plásticos de origen fósil y no puede ser reciclado.
[1] El plástico convencional cuando se desecha permanece en el ambiente durante siglos y en muchos casos es imposible recogerlo.
Las prácticas actuales para el manejo de los desechos plásticos incluyen la incineración, el uso como rellenos sanitarios y el reciclaje.
La producción de bioplástico es relativamente limitada y el precio aún es competitivo solo para ciertas aplicaciones específicas que requieren biodegradabilidad, por ejemplo películas agrícolas o implantes quirúrgicos.
[6][7] En 2004 NEC desarrolló un plástico vegetal basado en ácido polilácticos que presentaba una alta resistencia al fuego y no requería de componentes químicos tóxicos como halógenos o derivados del fósforo.