Tampón higiénico

Un tampón es un producto de gestión menstrual que se coloca en el canal vaginal para absorber la menstruación directamente debajo del cérvix.

[2]​ A diferencia de absorbentes externos como toallas sanitarias, permiten bañarse o nadar mientras se utilizan.

Desde la antigüedad, los primeros tampones se utilizaron tanto con fines de gestión menstrual y como anticonceptivos al embeberlos en sustancias espermicidas.

Se fabricaban con materiales naturales disponibles en cada región como lana, hierba, papiro, papel, musgo, esponjas, entre otros.

[12]​[2]​ Desde la antigüedad existen menciones de artefactos para absorber la menstruación dentro del cuerpo que se fabricaban con los materiales naturales disponibles en cada región.

[18]​[3]​ Las versiones más similares a los tampones modernos, compuestas de un núcleo absorbente con un cordón, aparecieron entre los |siglo XVIII y XIX en Europa.

Aveling’s Vaginal Tampon-Tube», un aplicador para tampones que incluía un espéculo de vidrio y madera.

A principios del siglo XX, los tampones se utilizaban mayormente como insumo médico para tratar enfermedades.

La edición de 1900 del diccionario médico Nurse's Dictionary of Medical Terms and Nursing Treatment Compiled for the Use of Nurses contenía una entrada que los definía como «tapones de lana antiséptica encapsulados en gasa, y utilizados para introducirse en la vagina».

El objetivo era evitar que la consumidora toque directamente el absorbente o sus propios genitales y, para desarrollarlo, Hass se inspiró en el uso de una esponja menstrual.

[25]​[19]​ Un porcentaje de las consumidoras prefería confeccionar ellas mismas el producto con algodón recetado por un médico o esponjas marinas recortadas.

[18]​[19]​ La discreción comenzó a jugar un rol en la comercialización y en 1945 aparecieron los primeros antecedentes de tampones perfumados.

Distintas marcas ofrecieron versiones lubricadas para facilitar la inserción, y en líneas generales las toallas sanitarias se consideraron la opción más adecuada para mujeres solteras.

[25]​ En los años 60, Kotex presentó un modelo que traía un palillo para la inserción, y en la década siguiente apareció el sistema de doble cuerda para extraerlos del cuerpo.

[19]​ En 1978 se describió por primera vez el síndrome de choque tóxico (SST), enfermedad potencialmente letal y vinculada en un primer momento con los tampones super absorbentes.

[31]​ Un estudio presentado en la Conferencia sobre Menstruación en Atlantic City de 1983 planteó una correlación entre tampones, lesiones vaginales y enfermedades.

Si el modelo tiene aplicador, este se introduce primero y mediante el mecanismo de tubos la usuaria lo empuja dentro del cuerpo.

[2]​[37]​ Al momento de introducir y retirarlo del cuerpo, la usuaria deberá primero higienizar sus manos.

Si el cordón se moja con orina, al ser una sustancia prácticamente estéril, solo en el caso de que la usuaria transite una Infección urinaria podría significar un riesgo.

[38]​ Por el contrario, si durante al defecación restos de heces contaminan el cordón, se debe descartar el insumo ya que pueden trasladar bacterias del tracto digestivo a los genitales y predisponer una infección.

[39]​ Patologías como vaginismo, infecciones urinarias y endometriosis pueden dificultar el uso de tampones, o lograr que su inserción cause dolor.

[46]​ Otros modelos en desarrollo no absorberían menstruación, sino que servirían como vehículo de medicación intravaginal.

[2]​ Hay tampones sin aplicador, que se introducen con los dedos, y otros que incluyen un aplicador de cartón o plástico[2]​[50]​ compuesto de dos tubos telescópicos, con un extremo redondeado y una superficie externa suave para facilitar la inserción.

Estos pueden ser reutilizables hechos con esponjas marinas, un animal filtrador, o descartables, fabricados en materiales blandos como espuma de poliuretano.

[6]​ Las causas del síndrome no se circunscriben únicamente a los absorbentes y cualquier persona, independientemente de su edad o sexo, puede verse afectada.

El sitio web Snopes investigó el caso y no pudo confirmar que Boisseau fuera una persona real.

Cuando su asistente recibió por primera vez esta cadena de correos electrónicos, la reenvió a otros contactos sin percatarse que al hacerlo había adosado su firma al final del texto original en la que figuraba como asistente de la doctora Katzenellenbogen junto a su institución académica.

El tema se asume como un hoax que circuló primero por correo y en 2015 volvió a difundirse en la web.

La imagen probó ser demasiado controversial para el público, que reaccionó de forma negativa ante la exposición del producto en uso.

Al mismo tiempo, ideas relacionadas con la vergüenza menstrual motivarían que el consumidor se deshaga del producto de esta manera.

Publicidad de Tampax en la revista The Canadian Nurse (1939).
Póster de la FDA sobre el síndrome de shock tóxico. Se observan advertencias sobre su vinculación con los tampones e instrucciones ante síntomas. (1985).
Syngina, también llamada «vagina sintética», máquina para el cálculo de absorbencia de tampones.
Tampón visible en una radiografía .
Góndola de supermercado con distintas marcas de tampones y toallas sanitarias