Entre las más conocidas se encuentran la toxina botulínica producida por Clostridium botulinum, la exotoxina de Corynebacterium diphtheriae que se produce en la enfermedad de la difteria.
Las exotoxinas son sensibles a los anticuerpos producidos por el sistema inmune, pero muchas son tan tóxicas que pueden ser fatales para el hospedador antes de que el sistema inmune tenga la oportunidad de producir defensas contra ellas.
Muchas exotoxinas han sido categorizadas por su modo de acción en las células blanco.
Los superantígenos mejor caracterizados son aquellos producidos por las cepas de Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes que causan síndrome de shock tóxico.
Las toxinas que dañan membranas exhiben actividad hemolisina o citolisina in vitro.
[4] La excepción es la pneumolisina, la cual es liberada desde el citoplasma de Streptococcus pneumoniae cuando se lisa la bacteria.
(La estructura del ribosoma es una de las más importantes diferencias entre eucariotas y procariotas, y en un sentido, estas exotoxinas son los equivalentes bacterianos de los antibióticos tales como la clindamicina.)
Estas "toxinas" permiten la mayor diseminación de las bacterias y en consecuencia infecciones más profundas en los tejidos.