Además, es responsable de otros cuadros clínicos como son: toxiinfecciones alimentarias, enteritis necrosante, colecistitis enfisematosa,[2] celulitis e infecciones inespecíficas.
C. perfringens es un microorganismo que reviste suma importancia en medicina humana y veterinaria ya que, pese a ser parte de la microbiota intestinal, es potencialmente patógeno y letal, tanto para animales como para el hombre.
Esta enterotoxina es termolábil, así, el calentamiento en solución salina a una temperatura de 60 °C durante 5 minutos destruye su actividad biológica.
Actualmente la enteritis necrosante está restringida a los indígenas de Papúa, Nueva Guinea, que habitualmente ingieren pocas proteínas en su dieta.
Aunque la mayoría de los alimentos pueden contaminarse con este microorganismo, los productos cárnicos, en particular, son los más susceptibles.
Especial precaución debe tomarse en el caso de carnes rojas y aves, ya que estos animales actúan como reservorios (tracto intestinal).
Por lo tanto, resulta más práctico inhibir la multiplicación del microorganismo en el alimento, y si está presente en gran cantidad, reducirlo hasta niveles seguros.
Se debe tener especial cuidado de no conservar nunca los alimentos ya cocinados a temperatura ambiente.
Esta información permitirá dilucidar su papel en enfermedades entéricas en las que su participación aún es incierta.