Los vertederos, tiraderos, rellenos sanitarios o basureros, también conocidos en algunos países hispanohablantes como basurales, son aquellos lugares donde se deposita finalmente la basura.
El uso de "transporte ferroviario" permite que los rellenos sanitarios se ubiquen en sitios más remotos, sin los problemas asociados con muchos viajes en camión.
Normalmente, en el frente de trabajo, los residuos compactados se cubren con tierra o materiales alternativos diariamente.
Existen otras clasificaciones en función de su legalidad: A los vertederos tradicionales actuales es destinada la basura generada por un grupo o asentamiento humano.
Esta, por lo común, contiene de forma revuelta restos orgánicos (como comida), plásticos, papel, vidrio, metales, pinturas, tela, pañales, baterías, y una gran diversidad de objetos y sustancias consideradas indeseables.
[5] En el proceso de descomposición de la materia en los vertederos, se forman lixiviados que arrastran los productos tóxicos presentes en la basura, y contaminan las aguas subterráneas, que en ocasiones se utilizan para consumo humano y riego.
Debido a que se permite que la basura orgánica se descomponga bajo tierra, sin exposición al oxígeno, los metanógenos y otros microorganismos producen importantes cantidades de gases como metano, CO2 (gases de efecto invernadero) o gases tóxicos como el benceno, tricloroetileno, etc., que pueden agravar el efecto invernadero y el cambio climático global.
[8] Durante los incendios accidentales o provocados en dichos vertederos, se liberan a la atmósfera al arder productos clorados, algunos tan tóxicos como las dioxinas, declarada cancerígena por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para construir un relleno sanitario es importante seleccionar el terreno que reúna condiciones técnicas adecuadas como son: topografía, nivel a que se encuentran las aguas subterráneas y disponibilidad de material para cubrir la basura.
El peligro radica en la contaminación que producen, por sus lixiviación, en las capas de agua, en ríos o lagos cercanos y también en el suelo.
El dióxido de carbono atrapa el calor en la atmósfera, lo que contribuye al cambio climático.
Los vertederos mal administrados pueden convertirse en molestias debido a vectores como ratas y moscas que pueden propagar enfermedades infecciosas.