Literatura en checo

En estos territorios también se escribió en antiguo eslavo eclesiástico, latín y alemán, generalmente en época primitiva.

Autores modernos checos que escribieron en otros idiomas, por ejemplo en alemán, se consideran de forma separada y sus escritos existieron habitualmente en paralelo con la literatura en lengua checa, no interactuando con ella.

Sus transcripciones de la liturgia latina al eslavón son los primeros testimonios literarios en tierras checas.

Las hagiografías bohemias se centran exclusivamente en los santos locales (antos Ludmila, Venceslao, Procopio, Cirilo y Metodio y Adalberto), aunque numerosas leyendas de santos bohemios fueron escritas por autores extranjeros.

Las crónicas más importantes del periodo fueron la Chronica Boemorum («Crónica bohemia») de Cosmas de Praga,[1]​ aunque el relato trata los temas con un ojo en la política contemporánea, intentando legitimar a la dinastía reinante.

La prosa también se desarrolló por primera vez en este periodo: textos administrativos e instrucciones, que necesitaron el desarrollo de un vocabulario más extenso y especializado; el primer diccionario checo-latín data de esta época.

Los escritos teológicos de Juan Hus aparecieron inicialmente a principios del siglo XV; inicialmente escribió en latín, más tarde en checo y esta división permaneció en gran parte en los periodos posteriores: la poesía y la prosa intelectual empleaban principalmente el latín, mientras que la prosa popular era escrita en checo o alemán.

También se escribieron obras defendiendo el catolicismo y atacando a los husitas utraquistas, como por ejemplo las de Jan Rokycana.

Durante el periodo husita también se desarrolló por primera vez de forma auténtica las canciones religiosas en checo, como sustitución a los himnos y la liturgia en latín, por ejemplo el Jistebnický kancionál, los himnos de Jistebnice.

El principal autor del Barroco evangélico checo fue Comenio, que pasó su juventud en Bohemia, pero fue forzado al exilio más tarde.

Con su muerte a principios del siglo XVIII, la literatura protestante en checo prácticamente desapareció.

A finales del siglo XVIII, las tierras bohemias sufrieron un importante cambio —el emperador José II de Habsburgo puso fin al sistema feudal e introdujo una nueva tolerancia religiosa e ideológica.

Así, la nueva literatura nacional imitó los género alemanes y solo evolucionaría maś tarde hacia un esfuerzo creativo independiente; esto fue especialmente cierto para el drama, como ejemplifica Václav Kliment Klicpera.

František Palacký y Pavel Jozef Šafárik tomaron para sí el desafío de reexaminar la historia checa.

Estos autores rechazaron el estrecho ideal de una cultura puramente nacional, favorecieron una que incorporaba la literatura en checo a la cultura europea y tomaron su inspiración del progreso realizado fuera de las tierras checas.

La Escuela de Mayo fue seguida por los neorrománticos, que continuaron la tradición romántica, pero también incorporaron estilos más contemporáneos: realismo, simbolismo y decadentismo.

Esta década también marcó el retorno de autores católicos, como Josef Florian, Jakub Deml, Jaroslav Durych o Josef Váchal, y la primera llegada del vanguardismo a la literatura checa, buscando documentar los rápidos cambios en la sociedad y la modernización.

La I Guerra Mundial trajo consigo una ola de represión de la recién emergente cultura checa, lo que significó una vuelta al pasado, a los valores e historia tradicionales checos: los husitas y el despertar.

Junto con las vanguardias en poesía, la vanguardia del teatro también floreció, centrándose en eliminar barreras entre actores y audiencia, rompiendo la ilusión de unidad de la obra teatral, como lo hicieron los miembros del Osvobozené Divadlo, tales como Jiří Voskovec y Jan Werich.

Tras el embriagador optimismo de la década de 1920, la década siguiente trajo la crisis económica, que contribuyó a estimular la crisis política: tanto la izquierda (comunista), como la derecha (antialemana y fascista), se radicalizaron, amenazando la estabilidad democrática.

La prosa, tras años de periodismo realista, se volvió hacia la épica, las novelas existenciales y perspectivas subjetivas.

La novela histórica tuvo un nuevo resurgir con Kratochvíl, Vančura, Durych y Schulz, como una forma de escribir sobre el presente disfrazándolo en el pasado, al igual que hizo la prosa inspirada en cuentos y cultura popular de Josef Štefan Kubín, Jan Drda, Vančura, Jaromír John y Zdeněk Jirotka.

De los que se quedaron, muchos decidieron escribir en secreto y sus obras permanecieron sin publicar, como en el caso de los surrealistas Zbyněk Havlíček, Karel Hynek), Holan, Zahradníček, Jiří Kolář, Josef Jedlička, Jan Hanč, Jiřina Hauková, Josef Škvorecký, Egon Bondy, Jan Zábrana y Bohumil Hrabal.

Comenzando en 1964, la literatura empezó a ampliar su ámbito más allá del estilo aprobado oficialmente.

[2]​ La caída del comunismo en 1989 marcó otra ruptura en la literatura en checo con el regreso de la pluralidad y la libertad.

Tampoco hay que olvidar la precisión estilística en formas cortas de autores como Patrik Ouředník y Jan Balabán.

Por otra parte, los años 90 también vieron aparecer figuras femeninas en el panorama literario checo: Alexandra Berková, Tereza Boučková, Zuzana Brabcová, Irena Dousková, Radka Denemarková e Iva Pekárková son algunos ejemplos.

Asimismo, los bestsellers de autores checos como Michal Viewegh, Halina Pawlovská y Petr Šabach también contienen partes autobiográficas.

Y como cada vez es mayor el interés por publicar fuera de la República Checa, se tienden a contar historias más universales, cuyos problemas y realidades no afectan únicamente al lector contemporáneo.

[3]​ Autores contemporáneos checos que también se deben mencionar son Jiří Hájíček, Antonín Bajaja, Sylvie Richterová, Lubomír Martínek, Michal Šanda, Jaroslav Rudiš, Jaroslav Velinský, Pavel Řezníček, Anna Zonová, Martin Reiner, Martin Ryšavý y Petr Stančík.

Retrato de Juan Hus.
Jan Amos Komenský, Comenio.
Estatua de Mácha en Praga.
Estatua de El buen soldado Švejk de Jaroslav Hašek, una de las obras más conocidas de la literatura en checo.
Václav Havel, escritor y dramaturgo, fue el último presidente de Checoslovaquia y el primer presidente de la República Checa.