Su abundante trabajo es principalmente apologético, con la intención de demostrar la combinación perfecta entre la fe judía y la filosofía helenística.
[1] Se supone que estudió filosofía asistiendo a «conferencias públicas en el Museo» y visitando la Biblioteca de Alejandría.
[23] Filón nació alrededor del año 20 a. C., diez años después de que Egipto se convirtiera en provincia romana.
[26] Además, el acceso a la administración y al ejército se volvió más difícil para los judíos porque los puestos estaban reservados para los romanos.
[28] Flaco, prefecto de Egipto bajo Tiberio, perdió su apoyo en Roma cuando el emperador murió en 37 d. C. y fue sucedido por Calígula.
Para mantenerse en el cargo, buscó en compensación compaginar la ciudad de Alejandría cediendo a los elementos más antijudíos.
En su obra Sobre Moisés (II, 37) va aún más lejos y afirma que los traductores «profetizaron, como si Dios se hubiera apoderado de su espíritu, no cada uno con palabras diferentes sino con las mismas palabras y los mismos giros, cada uno como bajo el dictado de un soplador invisible».
[47] Aunque reconocen que el método alegórico de Filón es ingenioso, algunos comentaristas deploran su lado «caprichoso», incluso su «perversidad» ocasional.
[52] Por ejemplo, cuando un pasaje del Diluvio muestra a Dios arrepentido, Filón rechazó una lectura literal porque, según él, tal pensamiento constituye una impiedad, incluso ateísmo.
[57] Filón escribió su trabajo de forma similar a los fariseos y los esenios que también estudiaban la Biblia en esos momentos.
[59] Los autores del Midrash, sin embargo, hicieron un uso más restringido de la alegoría y mantuvieron a «los personajes bíblicos en su dimensión humana».
[68] Según Filón, el hombre creado al sexto día no tiene sexo, es «un alma, una emanación del logos».
[73] Sus comentarios insistían en las tres prescripciones que distinguían a los judíos de otras poblaciones en ese momento: la circuncisión, el Shabat y las prohibiciones alimentarias.
En cierto modo, debido a que Antíoco IV Epífanes prohibió la circuncisión, esta se convirtió en un elemento central de la identidad judía.
[77] Según Filón, el legislador Moisés deseaba mediante estas leyes fortalecer la virtud de «enkrateia (autocontrol)», necesaria para las buenas relaciones entre los individuos.
Por lo tanto, reservar las primicias para los sacerdotes mejora el autocontrol y nos enseña a ver las cosas como si no estuvieran disponibles para nosotros.
[92] Sería difícil determinar si Filón toma prestado más del platonismo o el estoicismo, ya que ambos impregnan su pensamiento.
[100] El platonismo medio y neopitagorismo, los cuales surgieron aproximadamente al mismo tiempo, compartían características similares.
Para Mireille Hadas-Lebel la originalidad del filósofo alejandrino «quiere que desarrolle sus ideas, no por sí mismas, sino en relación con un versículo bíblico».
[109] Según Roberto Radice, Filón parece querer decir que Dios «sería como un hombre, aunque mucho más alto en su pensamiento, pero completamente diferente en su aspecto físico».
[114] Filón consideró la trascendencia divina como una diferencia radical entre Dios y su creación: Muy importante es la declaración de Moisés.
En efecto, el modelado es sensible, tiene cualidades, está compuesto de cuerpo y alma, varón o mujer, mortal por naturaleza.
[158] Asimismo, el sabio no llega a serlo por sus propias fuerzas, sino que necesita la ayuda de la gracia divina.
Luego le siguen tres virtudes (en el sentido de seguir o servir a una persona rica): la sabiduría, la templanza y la justicia.
Para Filón, la metanoia no es una pasión infeliz como con los estoicos, sino simplemente el signo de la finitud humana y la apertura a la trascendencia.
[168] Moisés es el modelo del político sabio: no es solo un legislador, sino también la encarnación de la ley (nomos empsychos).
[169] Los políticos, simbolizados por José, deben (por tanto) hacer «ajustes», «adiciones» al régimen natural para permitir que los hombres vivan juntos de manera imperfecta.
[169] Por ello, existe en Filón una profunda desconfianza del mundo político, como señala Carlos Lévy: «la ambivalencia hacia el personaje de José muestra que, para Filón, la inmersión en el mundo de la política, aunque no necesariamente conduce a la maldad, plantea constantemente tal riesgo».
Si pudo haber oído hablar de Poncio Pilato, los comienzos del cristianismo le son completamente desconocidos.
Primero, como contemporáneo de Jesús, Filón dio testimonio del período mientras proporcionaba información sobre el pueblo judío.