Estos viajan hasta Alejandría, donde el rey los recibe y, durante siete días, les formula preguntas de carácter filosófico, cuyas respuestas se consignan por extenso.
Cuando los judíos de Alejandría oyen que la ley hebrea se ha traducido al griego, piden copias y dictan una maldición contra cualquiera que cambie la traducción.
El autor es notablemente pro-griego: retrata a Zeus como otro nombre de Yahvéh y, aunque critica la idolatría y la ética sexual griega, no se trata de una ataque frontal sino de una invitación a cambiar.
La forma en que el autor se concentra en describir el judaísmo, y en particular su templo en Jerusalén puede verse como un intento de proselitismo.
El humanista Luis Vives, basándose en un análisis filológico, afirma en sus XXII libri de Civitate Dei Commentaria (1522) que la carta es una falsificación.