Solían ser peligrosas tanto para los aurigas como para los propios caballos, que con frecuencia sufrían serias lesiones, llegando incluso a fallecer.Este deporte generaba un fuerte entusiasmo en los espectadores, comparable al actual interés por el automovilismo.Esto ayuda a explicar por qué los romanos y más tarde los emperadores bizantinos tomaron el control de los equipos y designaron a varios funcionarios con objeto de supervisarlos.Se desconoce cuándo comenzaron a practicarse estas carreras, pero podrían ser tan antiguas como los propios carros.Estaba situado bajo una colina y a orillas de un caudaloso río que proporcionaba un lugar perfecto para alojar hasta unos 10 000 espectadores.Esta prenda llegaba hasta los tobillos y estaba sujetada por encima de la cintura con una simple correa.La parte más importante de la carrera, al menos para los espectadores, era el cerrado giro que los carros tenían que dar en los extremos del hipódromo, los cuales eran muy peligrosos y a menudo mortales.Sin embargo, en la época de los Juegos Panhelénicos, los conductores normalmente eran esclavos y el premio le era concedido a su dueño.No obstante, el poeta Píndaro elogió a Heródoto por conducir su propio carro.Licurgo las criticaba diciendo que las carreras no eran tan importantes como las murallas o templos.No obstante, los romanos también estuvieron influenciados directamente por los griegos, sobre todo tras la conquista del territorio griego en el 146 a. C. Según una leyenda romana, Rómulo celebró una carrera de caballos justo después de fundar Roma, en el 753 a. C., como estrategia para distraer a los sabinos.[7] En el año 10 a. C. mandó colocar en su centro un obelisco del siglo XIII a. C. del faraón Ramsés II, conocido como obelisco Flaminio que fue llevado a Roma desde Heliópolis y dedicado al dios Sol, protector de las carreras de carros.Los romanos utilizaban una serie de puertas conocidas como carceres, equivalente a las hysplex griegas.Una vez iniciada la carrera, los carros podían adelantarse entre sí para intentar provocar que sus oponentes se estrellaran contra la espina central, cuyo nombre real debía de ser euripus, por los estanques que contenía.Al final de la época romana, la spina era mucho más elaborada, con esculturas, obeliscos y otras formas de arte, de modo que a menudo los espectadores no podían ver los carros cuando estaban al otro lado (aunque precisamente parecía estar hecho con esa idea, haciendo la carrera más emocionante y con más suspense).[15] El estilo romano también estaba más orientado al dinero: los aurigas eran profesionales y eran muy comunes las apuestas entre los espectadores.En raros casos, si el conductor quería demostrar su habilidad, se podían utilizar hasta 10 caballos, aunque esto no era nada práctico.Debido a esto, en caso de estrellarse los romanos no podrían soltar las riendas, de modo que serían arrastrados alrededor del circo hasta que consiguieran soltarse o muriesen.Los asientos del circo eran gratuitos para los pobres, ya que durante el Imperio no tenían mucho que hacer, pues no estaban tan implicados en los asuntos políticos y militares como lo habían estado durante la República.Él mismo fue un conductor y ganó una carrera en los Juegos Olímpicos, que todavía eran llevados a cabo en la era romana.Domiciano creó dos nuevas facciones, los Púrpuras y los Dorados, que desaparecieron poco después de su muerte.Constantino las prefería a los combates de gladiadores, ya que los consideraba un vestigio del paganismo.En las carreras de circuitos y de rallys son las carreras feroces y audaces ya que se necesita todo el control para hacer todo perfecto y no recibir ninguna sanción por chocar o llegar en los últimos puestos ya que hay muy pocos registros sobre las carreras nunca se pensó que estuviesen sometidas a sobornos u otras formas de engaño.Sin embargo, en el Imperio bizantino parece ser que sí los había; la reforma del código legal de Justiniano I prohibía a los aurigas decir insultos a sus oponentes, pero en ella no aparecía nada sobre amenazas o sobornos.En el Imperio bizantino también se conservaron los clubes de carreras romanos, aunque para ese momento ya sólo eran importantes los Azules y los Verdes.No obstante, ahora no eran simples equipos, sino que también ganaban influencia en lo concerniente a lo militar, la política y la teología; por ejemplo, los Verdes tendían al Monofisismo mientras que los Azules permanecían en la Ortodoxia.También se convirtieron en algo parecido a las actuales bandas callejeras, siendo responsables de robos y asesinatos.En el siglo IX, los Blancos se habían unido a los Azules, y los Rojos con los Verdes, y los dos grupos unidos se constituyeron en milicias municipales, incorporándose de este modo a la enorme jerarquía del Imperio bizantino.
El
Auriga de Delfos
, una de las estatuas más famosas de las conocidas de la
antigua Grecia
. Al igual que los
jinetes
modernos, los participantes de las carreras se elegían por su ligereza, pero también era necesario que fuesen altos, de modo que normalmente se trataba de adolescentes.